Dr. José Luis Mediavilla Ruiz
Psiquiatría
Fuente: elcomercio.es/ Alex Piña
De los largos años de ejercicio, recuerdo con afecto a los que entonces se les denominaba "representantes de laboratorio", hombres y mujeres, que con su maletín y sus papeles, acudían a los servicios hospitalarios y a las consultas privadas, dispuestos a proporcionar información de última hora de sus productos.
eran gentes corteses y puntuales. Si no a diario, al menos dos o tres veces por semana, se hacían visibles y esperaban con devota paciencia ser recibidos; sus visitas, por lo general, además de ilustrativas, suponían también un breve descanso amanizado por algunas de sus noticias y comentarios.
Hubo un tiempo en el que la Administración, con el propósito de "mejorar el modelo de relación entre visitadores y médicos", dispuso la "prohibición de que los "visitadores" mantuvieran reuniones con un solo facultativo". (La Nueva España, 21 de enero de 2003), por lo que restringió su estancia en los despachos de la sanidad pública, permitiéndoles la espera, casi de forma vergonzante, en los "pasillos de salida" o en recintos de reducido espacio.
Este "forzado apartamiento" no impidió el cumplimiento de su trabajo y, en general, se mantuvieron a pie firme, para acompañar los saludos con las correspondientes informaciones y la entrega de los catálogos de sus productos.
Los que, tras la jubilación de la sanidad pública, mantuvimos una modesta consulta abierta, perdimos sus visitas, ya que, a partir de entonces, su ausencia fue completa: o ellos habían muerto para nosotros o nosotros para ellos.
Podrían, quizá, existir otros razonables motivos: la permanencia del confinamiento impuesto por la Administración hecho expansivo a la vida misma, (algo así como la puesta en vigor de una "orden de alejamiento") o que Farmaindustria, (siguiendo estrictos criterios de "estudios de mercado") hubiera desclasificado de sus ficheros los nombres de los médicos jubilados en pro de un meritorio "exitus" (de la escala a la esquela).
En cualquier caso, deseo dejar constancia de que una gran mayoría de los médicos guardamos, muy vitalmente un grato recuerdo de aquellos "representantes o delegados científicos", cuya relación con el paso de los años, se fue haciendo cada vez más confidencial y amistosa.