La industria farmacéutica en Europa se ha consolidado como un sector de alto impacto económico y productividad, gracias a un crecimiento constante en inversión en investigación y desarrollo (I+D). Desde 2010, la inversión en I+D ha crecido en un promedio anual de 4,4%, impulsando el desarrollo de productos farmacéuticos innovadores y convirtiendo a este sector en un motor clave para la economía europea. Un informe de la consultora PwC para la patronal de la industria farmacéutica europea, EFPIA, sostiene que en 2022, la industria farmacéutica contribuyó con un valor añadido bruto (VAB) de 311.000 millones de euros en la Unión Europea, destacándose como una de las industrias más productivas del continente y creando empleo de calidad. En el caso de España, el documento señala que el sector contribuye con un total de 24.002 millones de euros de VAB, siendo el séptimo país de Europa con más aportación, y con 265.325 puestos de trabajo generados, lo que sitúa a España como el cuarto país europeo en este apartado, solo por detrás de Alemania, Francia e Italia.
Sin embargo, este crecimiento sostenido enfrenta una creciente competencia global. Mientras el gasto en I+D en Europa ha progresado, su tasa de crecimiento ha sido superada por la de Estados Unidos (EEUU) y, especialmente, China, donde la inversión en I+D en productos farmacéuticos ha experimentado un aumento anual del 20,7% desde 2010. Otro informe elaborado por la consultora IQVIA para la EFPIA, y Vaccines Europe, admite que entre 2013 y 2023, el número pacientes reclutados para ensayos clínicos impulsados por la industria en todo el mundo aumentó un 12%, pero el porcentaje de europeos se redujo un 20%. Tal y como recoge el documento, estos datos se reflejan en que 60.000 pacientes europeos han perdido la oportunidad de acceder a nuevos medicamentos en fase experimental en los últimos cinco años. “Esta situación plantea importantes desafíos para el sector europeo, que ahora debe hacer frente a una posible pérdida de liderazgo en la innovación farmacéutica y en el desarrollo de nuevos medicamentos en un mercado cada vez más competitivo”, precisa el documento de PwC.
Entre 2010 y 2022, el gasto en I+D en el sector farmacéutico creció un 5,5% anual en Estados Unidos, frente al 4,4% en Europa, y en China la inversión en este ámbito creció a un sorprendente 20,7% anual, partiendo de una base relativamente baja pero que ha logrado alcanzar niveles significativos en la última década. En términos absolutos, Europa destinó 46.200 millones de euros a la I+D farmacéutica en 2022, mientras que Estados Unidos y China alcanzaron los 71.500 millones y 14.800 millones de euros, respectivamente.
Estas diferencias en la inversión han tenido un efecto directo en el descubrimiento de Nuevas Entidades Moleculares (NME), medicamentos innovadores que contienen nuevos principios activos y representan un avance significativo en el tratamiento de enfermedades. Mientras que Europa y Estados Unidos mantenían cifras similares en el descubrimiento de NME hasta 2013, a partir de entonces se observa una divergencia notable, con Estados Unidos tomando la delantera gracias a su mayor inversión en I+D. Entre 2018 y 2023, Europa generó 91 NME, mientras que Estados Unidos produjo 187, y China, aunque invirtiendo significativamente menos en términos absolutos, logró desarrollar 75 NME. Este cambio subraya el impacto de la inversión en la capacidad de innovación del sector y plantea dudas sobre la posición futura de Europa en la creación de nuevos medicamentos.
En palabras de Nathalie Moll, directora general de la EFPIA, “desde el punto de vista económico, el sector está dando resultados para la UE. Sigue siendo fundamental para la salud y la seguridad económica de Europa, a pesar de un número creciente de limitaciones”. “A pesar de que el gasto en I+D crece lentamente, la magnitud y el ritmo de las tendencias a la baja de la cuota mundial de Europa en inversión en I+D demuestran que sólo queda un tiempo limitado para dar la vuelta a la situación”, confirma.
La contribución de la industria farmacéutica europea al VAB de la UE en 2022 se desglosa en tres componentes: 163.000 millones de euros en VAB directo, que provienen de las operaciones de las empresas farmacéuticas en el continente; 68.000 millones de euros en VAB indirecto, resultado de las compras de estas empresas a sus proveedores en la cadena de suministro europea; y 80.000 millones de euros en VAB inducido, generado por el gasto de los empleados de la industria en la economía general. Esta actividad económica también se traduce en empleo. En 2022, el sector farmacéutico en la UE apoyó a un total de 2,3 millones de puestos de trabajo. De estos empleos, 633.200 fueron directos en la industria, 737.500 fueron indirectos en la cadena de suministro, y 924.200 adicionales fueron inducidos por el gasto de los empleados en sectores como el comercio minorista, la hostelería y los servicios. Esta contribución al empleo en el continente ha sido creciente, con un aumento anual del 2,2% en la última década, lo que subraya la relevancia del sector no solo en términos de innovación y desarrollo, sino también como generador de empleo en toda la cadena de valor.
El alto valor añadido por trabajador es otra de las fortalezas de la industria farmacéutica europea. En 2022, el VAB por empleado fue de 225.000 euros, lo que convierte al sector en aproximadamente tres veces más productivo que la economía europea en su conjunto. Este índice de productividad, que es superior al de otras industrias, se traduce en una mayor eficiencia y en un impacto económico más elevado por cada trabajador. En la UE, específicamente, el VAB por empleado directo en la industria farmacéutica alcanzó un promedio de 197.200 euros en 2022, una cifra que refleja el carácter innovador del sector y su capacidad para maximizar el valor económico a partir de su fuerza laboral.
El informe de PwC destaca el papel de la industria farmacéutica en la productividad de la economía europea y su potencial para contribuir a la recuperación económica. La industria farmacéutica ha demostrado ser una de las más productivas en comparación con otros sectores, y se ha convertido en un objetivo clave de inversión en un contexto en el que Europa enfrenta una brecha de productividad respecto a economías como la de Estados Unidos y Reino Unido. Antes de la crisis financiera de 2008, la productividad por hora trabajada era similar en Estados Unidos y Reino Unido, pero aproximadamente un 25% inferior en la UE. Desde entonces, la productividad estadounidense casi se ha duplicado, mientras que el crecimiento en Europa ha sido más moderado.
La fabricación de productos farmacéuticos innovadores es, en este sentido, un sector estratégico para el crecimiento económico en Europa, ya que su alto nivel de productividad tiene el potencial de impulsar el crecimiento económico y reducir la brecha de productividad entre Europa y otras economías avanzadas. Además, la inversión en este sector ofrece la posibilidad de fortalecer la economía europea en un momento de transición hacia una mayor independencia en la fabricación de productos estratégicos, entre ellos los medicamentos.
Para asegurar su competitividad a largo plazo, Europa deberá intensificar sus esfuerzos de inversión en I+D en el sector farmacéutico. La tendencia reciente, en la que Estados Unidos y China superan a Europa en términos de gasto en investigación farmacéutica, refleja la necesidad de políticas que fomenten la innovación y la inversión en este sector. Según un informe de la Comisión Europea, los responsables políticos en Europa han comenzado a centrarse en mejorar la productividad, y el sector farmacéutico, con su alto rendimiento, es un candidato ideal para recibir apoyo e incentivos adicionales.
Además de los beneficios económicos directos, la inversión en I+D tiene un impacto positivo en el desarrollo de nuevas terapias que benefician a los pacientes y al sistema de salud en general. Las Nuevas Entidades Moleculares, por ejemplo, representan un avance en el tratamiento de enfermedades y son el resultado directo de la actividad de I+D. El crecimiento de estos descubrimientos en China desde 2018 y su paridad con Europa en términos de NME en 2022 subrayan la importancia de mantenerse competitivo en este aspecto.
La industria farmacéutica europea se enfrenta a una encrucijada: seguir siendo una de las principales fuentes de innovación y desarrollo económico del continente o ceder terreno ante otras economías que han aumentado su inversión en I+D en el sector. Con una contribución económica de 311.000 millones de euros y la creación de millones de empleos, el sector farmacéutico es fundamental para la economía europea. Sin embargo, el dinamismo y la competencia global exigen una estrategia que permita a Europa no solo mantener su posición actual, sino también fortalecerse como un centro global de innovación farmacéutica.
El aumento de la inversión en investigación, junto con el fomento de políticas que incentiven la productividad y la innovación, serán claves para garantizar que Europa pueda seguir liderando en el desarrollo de tratamientos innovadores. Con un enfoque en el crecimiento sostenido de la industria, el sector farmacéutico europeo tiene el potencial de ser uno de los pilares de la recuperación económica y de la competitividad de Europa en el futuro. “Impulsar la competitividad europea para reactivar el crecimiento exige una acción concertada y colectiva; la aplicación urgente de una estrategia coherente de ciencias de la vida para Europa sería un buen comienzo para preparar el futuro del sector”, concluye Moll.
Fuente: El Global Farma