Juan Carlos Sainz, secretario de la Asociación de Visitadores Médicos de Burgos - Foto: Luis López Araico
La venta de medicamentos durante la pandemia ha crecido del orden del 25-30% en Burgos, especialmente durante los meses de marzo y abril, hecho que obedece a la nueva forma de prescripción mediante tarjeta electrónica (sin receta) y al aumento de las cantidades que se pueden dispensar de los fármacos para limitar al máximo los desplazamientos de los pacientes a las farmacias. Así lo han constatado en su día a día el colectivo de los visitadores médicos, quienes insisten en que no han detectado problemas de suministro en Burgos en las últimas semanas, aunque sí ha podido haber acaparamiento de algún fármaco.
En Burgos operan alrededor de un centenar de visitadores médicos (en torno a los 15.000 a nivel nacional), profesionales que realizan la labor comercial de la industria farmacéutica internacional y nacional entre el personal médico de los centros de salud, hospitales y, en algunos casos, las farmacias. En sus manos está la gestión de la comercialización de ese 0,6% del consumo de medicamentos a nivel nacional que corresponde a la provincia de Burgos.
Su trabajo, explica Juan Carlos Sainz, secretario de la Asociación de Visitadores Médicos, consiste, básicamente, en ejercer de intermediarios entre la industria farmacéutica, el médico que prescribe los medicamentos y, en última instancia, el paciente que los consume. La figura del informador técnico sanitario, como se les denomina, está regulada en la Ley de Propaganda Farmacéutica, donde se establecen los criterios a seguir por toda la información y documentación que manejan en su trabajo diario, que debe estar registrada a su vez en el Ministerio de Sanidad.
«Informamos al médico de las novedades farmacéuticas y de las diferentes fases de los medicamentos que prescriben, de los estudios que avalan sus usos, de su comparación con otros fármacos, de los resultados clínicos obtenidos y también realizamos una labor de farmacovigilancia, entre otras funciones», explica Sainz, quien insiste en que su labor es puramente formativa, informativa y comercial. «No vendemos directamente fármacos ni hacemos pedidos, es el médico quien los prescribe de acuerdo a la patología de cada paciente y según la información que recibe de los diferentes laboratorios a través de nosotros».
«No somos comerciales ni vendedores como los de la compañía del móvil o del gas, aunque algunos lo vean así cuando nos ven en la puerta de la consulta, nuestro trabajo tiene que ver más con la investigación médica y los beneficiarios de la misma, los pacientes. Sí, somos parte de las empresas que viven de un negocio, pero los criterios éticos que rodean al mismo son muchísimo más estrictos que los de otro sector».
Teletrabajo. Como su nombre indica, una buena parte de su trabajo consiste en visitar personalmente a los médicos, tarea imposible de realizar durante la crisis del coronavirus. El teletrabajo se ha posicionado como alternativa a la restricción de acceso a los centros sanitarios. «Seguimos gestionando cursos y formación para los médicos para dar continuidad a lo que ya estaba en marcha, aunque la promoción pura y dura de medicade uno, para evitar que el paciente se vaya muy a menudo a comprarlos. Entendemos que esto es una situación que se irá regularizando con el tiempo».
Los visitadores de Burgos confirman que durante la alarma sanitaria no ha habido desabastecimiento de ningún fármaco, sí dificultades mayores de compra en fármacos de mucho uso por el acopio desmedido «aunque nada comparable con lo ocurrido con el hidroalcohol, las mascarillas o los guantes». «Muchas veces la materia prima con la que se fabrican estos fármacos viene de otros países y ha podido haber retraso en el abastecimiento de los laboratorios, pero el circuito esencial de distribución de fármacos no se ha visto afectado».
Juan Carlos Sainz considera que uno de los principales errores con el que conviven es el de la automedicación y la acumulación innecesaria de medicamentos. «Las casas de algunos pacientes parecen farmacias y eso no es una conducta responsable».
Los visitadores han sufrido pocos ERTE, aunque tampoco esperan un despegue del empleo en su sector por las mayores precauciones sanitarias. «El paciente que toma un antihipertensivo, por ejemplo, lo seguirá tomando, nuestro consumidor sigue siendo fiel, si se puede decir así, aunque nuestro modelo de trabajo cambiará y quedará limitado por las medidas de sanidad que se aplicarán en los próximos meses».
Colectivo solidario. Si por algo ha destacado el colectivo de los visitadores médicos durante la fase dura de la pandemia ha sido por su solidaridad. La Asociación ha impulsado, con cargo a sus fondos económicos, el envío de EPIS, buzos, guantes y mascarillas a los hospitales burgaleses. «Nuestra ventaja ha sido el poder acceder a compras en pequeñas cantidades, justo en el momento en el que vimos que las necesidades del personal sanitario eran urgentes». La iniciativa de la que se sienten más satisfechos los visitadores médicos es la del envío de veinte tablets que se utilizaron para comunicar a los pacientes ingresados en las UCIs con sus familiares y aliviar los duros días de aislamiento durante el tratamiento de la enfermedad.
«Hemos visto a los farmacéuticos angustiados por no poder vender en su momento las mascarillas y geles que les iban a comprar y la impotencia y el desbordamiento que han sufrido los médicos. Muchos nos han transmitido su preocupación por la evolución de la pandemia y la tristeza por las situaciones familiares complicadas que han vivido. Hoy hablan de la incertidumbre ante el rumbo de la desescalada o la llegada de un nuevo brote...».
El deseo de los visitadores farmacéuticos es que se logre una vacuna contra la covid-19 en el menor tiempo posible. A su entender, se está yendo por el buen camino porque los laboratorios están trabajando en coordinación y su objetivo es lograr una vacuna accesible para todo el mundo. «Nunca ha habido tanta unión en torno a un mismo objetivo, lo que invita a tener esperanzas».
Fuente: Diario de Burgos