Carlos González Bosch tiene claro que al sector del medicamento le siguen quedando muchos retos por superar, tanto como consecuencia de la crisis como de otras medidas de tipo económico. En la entrevista concedida a Redacción Médica, el presidente de Cofares y de la Comisión de Sanidad de la CEOE apuesta por que las medidas en el gasto farmacéutico sean desfinanciaciones de productos, no reducciones de precios. Por otro lado, ve positivamente los movimientos de concentración del sector de la distribución farmacéutica y los apoya, aunque también reconoce que los hubiera ejecutado de otra manera.
¿Cómo valora los procesos de concentración del sector de la distribución? ¿Los considera un riesgo o más competencia para Cofares?
No, los veo con cariño. Los apoyo y creo que son necesarios. Quizá lo hubiese hecho de otra manera, porque, tal y como los están ejecutando, están asumiendo unos riesgos muy altos. Pero es necesario y les deseo lo mejor.
¿Cómo lo hubiera hecho usted?
Hubiera integrado a las empresas pequeñas en las grandes, poco a poco. No hubiera llevado a cabo una fusión de tantas a la vez. La historia de las fusiones pasa más por las integraciones. Es más sencillo integrarse en un grupo grande, que es el que luego se ocupa del desarrollo de la empresa más pequeña. Pero espero que les vaya bien, porque esto significa estabilidad para el sector, y eso es bueno para todos. Además, nos hemos puesto a su disposición para aquello en lo que les podamos ayudar. Pero llamo a la prudencia y a la tranquilidad.
Antes de la crisis, Cofares intentó una fusión con Hefame. ¿Podemos tropezarnos con una operación de similares características en el futuro?
Las dimensiones que tienen en estos momentos tanto Cofares como Hefame es suficiente como para que haya acuerdos y compromisos, pero una fusión no la aconsejaría. Origina muchos problemas desde el punto de vista de la integración de los equipos humanos, de la coordinación de las filosofías de empresa… Incluso de tener que prescindir de personas, debido a que habría que cerrar almacenes, y de esta forma se dañaría incluso el tejido empresarial.
Una fusión ya a estas alturas… No. Cuando planteamos la operación, ambas compañías sumadas suponían el 27 por ciento del mercado de la distribución. Ahora, Cofares por sí misma supone casi esa proporción. Ambas empresas estamos en una situación magnífica para seguir desarrollando su actividad, al margen de que en el futuro podamos llegar a acuerdos concretos. Un ejemplo de esto son las empresas eléctricas: compiten entre ellas pero pueden tener centrales nucleares conjuntas.
¿Qué impacto va a tener el Sistema Español de Verificación de Medicamentos (Sevem) en la distribución?
Va a conllevar unos gastos, pero debería ser un tema pacífico, aunque el asunto de los datos y su utilización es todavía un problema. España ha llevado a cabo la aplicación del mandato de la directiva de medicamentos falsificado de una forma diferente al resto de la Unión Europea (UE). En general, se ha hecho de manera igualitaria. En España no, aquí ha habido preeminencia de Farmaindustria.
Esperamos que no dé muchos problemas, que sea barato para la distribución. Al fin y al cabo, no es sino el complemento de una normativa comunitaria, que es conocer la trazabilidad del medicamento hasta el punto de dispensación. Tiene mucha importancia… pero no debe pasar de ahí. El problema está en que los datos se puedan usar para fines que nada tienen que ver con Sevem y EMVO.
¿Qué le pide Cofares a la ministra de Sanidad, Dolors Montserrat?
Pues primero que nombre ya los cargos del Ministerio de Sanidad. Y que tenga en cuenta que las competencias que tiene a escala nacional son las del medicamento, y son importantes. Hay que revisar el precio medio del medicamento en España, que es francamente anómalo. Tenemos que revisar las contribuciones que tiene que hacer la profesión farmacéutica, simplemente por ejercerla Me refiero a los famosos decretos 5/2000 y los de los años 11 y 12. Tenemos que procurar que los medicamentos hospitalarios que no tienen justificación para estar allí vayan a la oficina de farmacia, igual que los biosimilares. Tenemos que trabajar el espacio sociosanitario y facilitar que el farmacéutico pueda realizar la prestación domiciliaria en sus competencias. Tenemos que hacer muchas cosas.
Tenemos que contribuir a que la colaboración pública-privada se manifieste como un elemento básico en el futuro de la sanidad. En España casi el 27 por ciento de los ciudadanos tenemos contratados seguros privados, somos el primer país de Europa al respecto y encima vemos cómo se ataca esa colaboración en algunas comunidades autónomas. Eso a mí me deja perplejo, porque no entiendo cómo un político quiere obtener un resultado positivo en su desempeño y estar a la gresca con aquel que le puede ayudar. Tiene mucha tarea la ministra y le deseo lo mejor porque, además, creo que es una buena política y tiene una gran capacidad. En el tema de la colaboración público-privada, tiene una tarea que es muy bonita, muy interesante y que yo creo que una política de raza como ella puede hacer muy bien.
A pesar de que estamos vislumbrando la salida de la crisis, ya hay previstos recortes para 2017 en el ámbito del medicamento, de unos 550 millones. ¿Qué alternativas hay a este tipo de medidas?
La primera alternativa que hay es la desfinanciación de productos. Hay medicamentos que son de uso común, que tienen más que garantizada su seguridad, para síndromes menores en los que se podría aplicar esa política. Por otro lado, tenemos que hacer políticas del medicamento que no vayan dirigidas al precio, sino también al valor. En España hay productos que son muy valiosos, que son muy baratos y uno se sorprende de que lo sean teniendo en cuenta el enorme valor que tiene desde el punto de vista terapéutico.
Aunque es verdad que las patentes condicionan este tipo de medidas, España no puede hacer bajadas lineales de precio como se ha hecho en otras ocasiones porque la propia Comunidad Europea lo prohíbe. En tal caso, tiene que haber una justificación muy clara. Tenemos un gasto medio por medicamento en España que está escasamente en los 200 euros, cuando venimos de 260 en el año 2010, estando en la parte de abajo del consumo de los países de nuestro entorno. Yo creo que tenemos que equilibrar esta situación y hacer que el proyecto que significa una oficina de farmacia sea sostenible, pero también que el gasto farmacéutico lo sea. Esa es precisamente la cuadratura del círculo que los ministerios y los políticos tienen que gestionar.
¿Espera para este año nuevas críticas de órganos públicos al modelo de distribución farmacéutica?
Sí, los espero porque en una sociedad democrática hay intereses contrapuestos y personas y grupos de interés que presionan precisamente para modificar el modelo farmacéutico. Yo siempre he dicho que creo que sería un error modificarlo, porque funciona con una evidente eficiencia, además de que ha conseguido que el ciudadano esté contento y vea que la proximidad a la farmacia, al farmacéutico y al medicamento es envidiable. No hay ninguna justificación ni económica ni social para modificarlo. Pero sí espero estos movimientos, porque en una sociedad democrática hay que esperar siempre que alguien quiera tener lo que tú tienes, porque, entre otras cuestiones, tiene legitimidad para pedirlo y tú tienes legitimidad también para decir que es un error inmenso.
Voces del sector de la distribución denuncian últimamente que se están produciendo prácticas comerciales cada vez más agresivas entre las empresas, que rozan incluso lo ilegal.
La verdad es que no sé a lo que se refiere. Hombre, las distribuidoras en España no tenemos una gran capacidad de generación de demanda, puesto que legalmente descansa en los clientes o en los socios, que a su vez son los que tienen sus farmacias y nos piden lo que necesitan. La única capacidad que tenemos es competir, dando los mejores descuentos en cuanto a la compra del suministro del medicamento o material sanitario.
En este sentido, estoy orgullosísimo de que Cofares sea una empresa que ha hecho de la ética y del desempeño riguroso su razón de ser. Tenemos una ‘compliance’ extensísima y, además, más de una docena de personas que diariamente se dedican a ella. También dedicamos muchas personas a responsabilidad en salud corporativa, pero la verdad es que no tengo ninguna queja de la competencia que hay en el sector, puesto que las compañías, lógicamente, lo que quieren es tener el mayor número de cuota del mercado y de número de clientes.
El Consejo General de Farmacéuticos anunció que van a tener un código ético durante 2017 para perseguir prácticas deshonestas. ¿Es el momento de que Fedifar desarrolle el suyo?
Sí. Y, de hecho, de la época en la que era vicepresidente de Fedifar desarrollamos, a petición nuestra, un acuerdo ético que tiene que ver con no suministrarse jamás de oficina de farmacia. Eso está escrito, está hecho y está publicado, y luego existe alguno más, aunque es verdad que son más directrices que códigos.
¿Y debería crearse un código ético que ordenara todas estas directrices?
Sí, estoy absolutamente de acuerdo en que se estableciese eso. En Fedifar tenemos un acuerdo, en el que estamos inmersos varias empresas, para darnos información sobre la morosidad y sobre los comportamientos irregulares de ciertos clientes y ciertos socios. Lo que pasa es que ahí estamos solo tres o cuatro empresas, las demás no se han introducido al mecanismo. Pero todo lo que sea establecer directrices éticas para el cumplimiento riguroso, no sólo de la legalidad, sino también de los usos y costumbres que parecen razonables en lo que es un compromiso para ejercer una profesión o ejercer un proyecto empresarial, yo lo apoyo, y esta casa lo apoya absolutamente.
Fuente: Redacción Médica