La escalada del precio de los carburantes ha encendido las alertas en el Gobierno por el impacto que ésta pueda tener sobre la renta de los hogares y el aumento del IPC. Sólo en el último mes el coste de un litro de gasolina ha escalado más de 4,5 céntimos de media en España hasta situarse, casi tres años después, en la cota de los 1,30 euros. El ministro de Energía, Álvaro Nadal, avisó ayer a las grandes petroleras que controlan el sector de que su departamento estará «vigilante» para evitar márgenes abusivos ante este nuevo repunte de precios.
El objetivo del Gobierno es evitar que petroleras y gasolineras aprovechen el incremento del coste de la materia prima para introducir una mejora camuflada de sus márgenes de comercialización. Es decir, del beneficio que obtienen por vender cada litro de gasolina o gasóleo tras descontarle el gran peso de los impuestos, los costes asociados al negocio y la cotización internacional de los carburantes y del crudo. «Cuando hay tensión de precios queremos que reflejen el verdadero coste del barril y no otras cosas», señaló Nadal.
Las petroleras aseguran que el actual encarecimiento de estos productos es consecuencia directa del alza del precio del petróleo. El barril de Brent, usado como referencia en Europa, cotizaba hace un año en el entorno de los 50 dólares y hace un mes en 67 dólares. Ayer llegó a tocar los 76 dólares ante el temor al nuevo establecimiento de las sanciones comerciales a Irán -uno de los principales productores de crudo del mundo- por parte de EEUU.
El propio Nadal aseguró también que «por el momento» no ha apreciado ningún comportamiento irregular de los precios en España frente a los registrados en Europa. No obstante, el país sigue a la cabeza de la Unión Europea en lo que se refiere a precios antes de impuestos -con la segunda gasolina más cara del continente y el sexto gasóleo-, si bien el propio ministerio insiste en que este fenómeno puede deberse a una serie de factores técnicos en la manera de reportar los datos por parte de las petroleras, como no incluir los planes de descuentos a vehículos privados o a conductores profesionales en sus tarifas.
La auténtica policía a nivel de precios en el surtidor es la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). El regulador elabora mensualmente un informe en el que detalla la evolución del precio con y sin impuestos de los carburantes y de los márgenes brutos de distribución.
Según el último análisis, correspondiente al mes de febrero, este margen se había disparado un 5% en el segundo mes del año hasta situarse para ambos productos en 18 céntimos por litro. Petroleras y gasolineras niegan que su beneficio sea tal y aseguran que este concepto incluye diversos costes logísticos y financieros que afectan a su negocio.
El incremento de los precios coincide además con un fuerte aumento de la demanda motivado por la mejora de la situación económica y la proximidad de varios puentes festivos con la Semana Santa. Según la base de datos del Ministerio de Energía, el coste de un litro de gasolina en la Península superaba ayer los 1,30 euros, mientras que el de gasóleo hacia lo propio con la barrera de los 1,20 euros.
Se trata de un precio medio ya que, según la provincia y la bandera de la estación de servicio, pueden llegar a encontrarse diferencias de más de 30 céntimos por litro. Uno de los aspectos que más influye en el precio regional de los carburantes es la existencia o no del impuesto autonómico que grava con hasta 4,8 céntimos cada litro de este producto. El Gobierno ha incluido en el proyecto de Presupuestos Generales del Estado para este año una igualación al alza de este tributo que supondrá un incremento del coste de los carburantes en un total de nueve comunidades autónomas.
Fuente: El Mundo