La subida del precio de la vivienda ha sido una de las características que han compartido decenas de países con la recuperación económica, llegando en los últimos años a registrarse una simultaneidad de este encarecimiento que se asemeja "al periodo previo a la crisis", según señala el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su informe sobre Estabilidad Financiera Global.
El FMI ha subrayado que el precio de las casas está empezando a comportarse como el de los activos financieros, sometidos a la influencia de los mercados de capitales globales. Esta dependencia de la vivienda de los mercados financieros globales incrementa el riesgo de que un shock financiero en una parte del mundo afecte al mercado de la vivienda en otra y desencadene una crisis.
En este sentido, la institución dirigida por Christine Lagarde señala que recientemente el precio de la vivienda en el mundo muestra una creciente tendencia a moverse en el mismo sentido al mismo tiempo, añadiendo que el crecimiento "sincrónico" de la economía, que en 2017 creció en 120 países del mundo, representó un impulso adicional a la demanda de vivienda, empujando al alza las presiones de precios.
Al respecto de este fenómeno, el FMI considera que la sincronía en el movimiento al alza del precio de la vivienda, además de la evolución económica, refleja también las condiciones financieras predominantes, principalmente en las mayores economías avanzadas.
De este modo, el análisis del FMI señala que el entorno de bajos tipos de interés ha empujado a inversores institucionales globales a buscar mayores rentabilidades en algunos mercados inmobiliarios, lo que aparece como explicación potencial para los incrementos "fuertes y sincronizados" del precio de la vivienda.
"Todo esto sugiere que los precios de la vivienda están comenzando a comportarse más como activos financieros, como acciones y bonos, influenciados por las decisiones de los inversores de todas partes del mundo", señalan los economistas Claudio Raddatz Kiefer y Jane Dokko en el informe publicado por el FMI, subrayando que los países más abiertos a los flujos globales de capitales registran mayor grado de sincronía de los precios de la vivienda y las acciones con los mercados globales.
Por otro lado, individuos con grandes ingresos y riqueza "se han lanzado sobre las propiedades de los mayores centros financieros buscando un lugar seguro para invertir y quizá para vivir", argumentan los expertos del FMI.
La sincronización del crecimiento económico en más de 120 países que representan más de tres cuartas partes del PIB mundial está suponiendo un incremento global de la demanda de vivienda, porque "el crecimiento económico es el mayor conductor de la demanda de vivienda y, por ende, de sus precios".
Desde el FMI comentan que este comportamiento de la vivienda es bastante singular puesto que se trata de un activo físico que no se puede trasladar de un país a otro. Sin embargo, la mayor apertura de las 'fronteras' financieras permiten que los capitales se muevan de unos países a otros con relativa facilidad, sincronizando el precio de este tipo de activos.
No obstante, "si la sincronización conduce al contagio durante una crisis, las ramificaciones en los mercados de la vivienda pueden ser más perjudiciales para la economía real que el caso de los activos financieros".
"Esto se debe a que los hogares tienen la mayoría de sus activos y pasivos en viviendas e hipotecas, respectivamente, mientras que las instituciones financieras suelen tener una exposición a la vivienda considerable", sostienen los economistas del FMI.
Así, los expertos advierten de que las autoridades deberían prestar atención, ya que la creciente tendencia de los precios de la vivienda a moverse en tándem puede señalar mayores probabilidades de recesión, puesto que un 'shock' en alguna parte del mundo es más probable que afecte a los mercados inmobiliarios de otros lugares.
"Las autoridades deberían prestar atención a los movimientos sincronizados en los precios de la vivienda, especialmente cuando la actividad del mercado inmobiliario o las valoraciones se consideren excesivas", recomiendan.
Fuente: El Economista