Los jefes de Estado y Gobierno de la Unión Europea se disponen a podar el plan de reforma estructural e institucional para la zona euro adoptado por la Comisión Europea el pasado 6 de diciembre. Lo harán en la cumbre del euro que se celebrará el viernes en Bruselas. Si Francia, España o Italia no logran dar un vuelco a la negociación, de la carta a los Reyes Magos elaborada por el Ejecutivo comunitario de Jean-Claude Juncker quedarán solo las partes menos polémicas y se aparcarán las más puntiagudas.

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha enviado una carta a los 27 líderes de la UE (Reino Unido está ya fuera de estas discusiones) en las que confirma que solo hay posibilidad real de acuerdo en tres puntos.

El primero, que el fondo de rescate europeo se convierta en el cortafuegos de las resoluciones de entidades en la Unión Bancaria. En la práctica esto significa que este fondo, el Mecanismo Europeo de Estabilidad, pueda dar un crédito al Fondo Único de Resolución cuando este tenga que liquidar o resolver un banco quebrado.

El segundo punto de acuerdo es que el MEDE se transforme en un Fondo Monetario Europeo.

Y el tercero, completar la Unión Bancaria con un fondo de garantía de depósitos que cubra los primeros 100.000 euros de los clientes de todos los bancos de la zona euro, aunque no sin antes haber purgado de riesgos el sistema bancario europeo. La creación de este eurofondo es una de las grandes ambiciones de la Comisión y de países como Francia, Italia o España, pero otros como Alemania, Holanda, Finlandia o Austria lo miran con recelo. Temen que se convierta en un mecanismo por el que sus bancos pagarán los desaguisados del resto y por eso exigen primero un saneamiento de las entidades problemáticas.

Pero la clave estará en ver cual es el precio final de esa purga de riesgos que pedirán Berlín, La Haya, Viena o Helsinki. Una de las medidas que se han barajado es crear un sistema automático de reestructuración de deuda soberana o limitar la exposición que los bancos de un país puede tener a su deuda, algo que París, Madrid o Roma ven como auténticas líneas rojas. Si los países del núcleo duro ortodoxo del euro ponen el listón de reducción de riesgos muy alto, el eurofondo de garantía de depósitos puede retrasarse 'sine die'.

Pero peor lo tienen otras ideas planteadas por la Comisión. Según la carta de Tusk, quedan explícitamente fuera del rango de un posible acuerdo tres puntos considerados clave para el Ejecutivo comunitario: la reforma y simplificación de las reglas del déficit público, la creación de una capacidad fiscal para apoyar financieramente a países del euro que entren en crisis (con menos condicionalidad que con los rescates actuales) y, por último, también queda fuera la creación de un ministro de Economía del euro.

El superministro de Economía y la capacidad fiscal son proyectos bandera del presidente francés Emmanuel Macron. Habrá que ver si decide pelear por ellos el próximo viernes, aunque el hecho de que Angela Merkel siga de canciller alemana en funciones limita enormemente el margen para llegar a acuerdos de calado.

La idea es que los jefes de Estado y de Gobierno indiquen a sus ministros de Finanzas que trabajen y acuerden una batería de medidas, a las que los líderes les darían el visto bueno el próximo mes de junio. Pero según explicaba el martes una alta fuente comunitaria, solo en los tres primeros bloques hay perspectivas realistas de llegar a un acuerdo. "El resto tendrán que dejarse para más adelante", advertía. Y para estos "más adelante" la UE tiene un congelador enorme.

Fuente: Expansión