La transparencia en el precio de los medicamentos es un tema cada vez más debatido y recurrente. Por un lado, los gobiernos y los sistemas de salud buscan formas de negociar mejores precios, argumentando que una mayor apertura en el precio de los medicamentos podría generar equidad en el acceso a los tratamientos y optimizar los presupuestos, asi como facilitar la sostenibilidad del sistema sanitario. Por otro lado, las farmacéuticas defienden que la confidencialidad es vital para proteger sus modelos de negocio, salvaguardar la innovación y mantener una competencia justa que se adapta a los distintos niveles de inversión y renta; cada país tiene una ecuación distinta en este aspecto.
Un enfoque intermedio podría ser la clave para satisfacer a ambas partes. La transparencia total de los precios netos podría crear distorsiones en el mercado, ya que las farmacéuticas ajustarían sus precios en función de las distintas regulaciones nacionales, desincentivando acuerdos favorables en ciertos países o areas. En cambio, una posible solución sería poner en marcha un sistema de transparencia moderada, donde se compartan datos agregados o anonimizados sobre los precios de los medicamentos. Esta estrategia permitiría a los gobiernos y las autoridades sanitarias tener una visión general de las tendencias de precios sin exponer acuerdos específicos que puedan afectar las negociaciones entre países concretos.
Un aspecto que puede ser objeto de avance es en la transparencia del precio de investigación y desarrollo (I+D) de los medicamentos. Actualmente, el coste estimado para llevar un nuevo medicamento al mercado ya supera los 1.000 millones de euros desde hace años, una cifra que incluye desde las fases iniciales de investigación hasta los ensayos clínicos y la aprobación regulatoria.
Pero este coste también incluye el fracaso de la investigación, algo que ocurre con frecuencia. Una de cada 10.000 moléculas investigadas no llega a fase III. Se estima que alrededor del 10-12% de los medicamentos que inician ensayos clínicos logran llegar al mercado, lo que incrementa los costes generales de la I+D.
Según un estudio del Centro Tufts para el estudio del desarrollo de fármacos (Universidad de Tufts, Estados Unidos) el coste medio de investigar y desarrollar un fármaco se sitúa entre 1.000 y 2.600 millones de dólares, reflejando la gran inversión necesaria y el alto riesgo financiero que supone.
Los precios de los medicamentos se ajustan a este modelo de alta inversión. Las compañías farmacéuticas podrían proporcionar más información sobre sus costes de I+D, incluidos los fracasos de la investigación, que representan una parte considerable de esa inversión. Este tipo de información ayudaría a los gobiernos y al público a comprender mejor al sector y sus retos, asi como el valor que posee la innovación farmacéutica, facilitando un debate más informado sobre el coste final de los medicamentos.
La solución para avanzar hacia una mayor transparencia sin perjudicar los intereses de las farmacéuticas, y evitar asi poner en peligro la innovación que requiere de grandes inversiones, radica en crear mecanismos que equilibren la confidencialidad y la equidad. La transparencia moderada en los precios, combinada con una mayor apertura sobre los costes de investigación, podría permitir tanto la sostenibilidad de los sistemas de salud como la continuación de la innovación médica. Es un reto que requiere colaboración entre gobiernos y la industria, pero es posible avanzar sin sacrificar ni la innovación ni el acceso a la innovación.
Fuente: El Global