Un empate: 175 síes y 175 noes. Este fue ayer el resultado de la primera votación del largo proceso de tramitación de los Presupuestos, que implica para el Gobierno de Mariano Rajoy mucho más que abrir la puerta a la aprobación de las cuentas del Estado para 2017. Es, de hecho, la llave que le permite empezar a acariciar una legislatura estable contando con el apoyo de la mitad de la Cámara.
El proyecto de Presupuestos para 2017 consiguió ayer superar su primer gran obstáculo parlamentario tras decaer las siete enmiendas a la totalidad, o de devolución al Gobierno, que habían presentado contra el mismo diferentes grupos de la Cámara.
Lo hizo gracias al apoyo decisivo de los cinco diputados del PNV, conseguido tras una dura negociación saldada con un caro compromiso que beneficia y privilegia al País Vasco. Un acuerdo que tiene, inevitablemente, una cara B: poner de uñas al resto de comunidades autónomas -ya estén gobernadas por el PP o el PSOE-, que se quejan de trato discriminatorio como resultas del «mercadeo político y oportunista» de votos.
Y además, hay otro pero: pese a esta victoria inicial del Ejecutivo, la votación de ayer no es más que un primer paso. Ahora queda por recorrer el camino más difícil y más estrecho, puesto que el Gobierno sólo cuenta con una baza: pactar el voto a favor del diputado número 176, es decir, el apoyo del representante en el Congreso de Nueva Canarias.
Su respaldo es decisivo a partir de este momento porque al proyecto de Presupuestos le queda por delante una larga tramitación en la que se suceden las votaciones -una treintena- y para las que es imprescindible, no ya el empate, como fue el caso del escrutinio de ayer, sino la mayoría.
Así las cosas, la posibilidad de que el Gobierno pueda seguir gestionando el país sobre terreno estable queda en manos prácticamente de un diputado, Pedro Quevedo, de Nueva Canarias. Una fuerza socia del PSOE que, a partir de hoy mismo, se prestará a negociar con el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, para encontrar el precio oportuno a su voto. En el Ejecutivo y en el PP dan por hecho que el apoyo de Quevedo no será barato.
El escenario que se presenta por tanto ante Rajoy tiene luces y sombras. De un lado ha logrado sortear el primer escollo al que se enfrentaban los Presupuestos, pero de otro ha conseguido soliviantar con su pacto al resto de las autonomías que adivinan en el acuerdo con el PNV un ejemplo nítido de discriminación.
Entre las voces autonómicas más críticas destaca la del presidente de Aragón, el socialista Javier Lambán, para el que el pacto del Ejecutivo con los nacionalistas vascos hace «imposible» desde ya un nuevo acuerdo de financiación autonómica con las restantes comunidades.
Tampoco respira satisfacción el presidente valenciano, Ximo Puig, para el que si hay margen para revisar a la baja el Cupo vasco (la cantidad que anualmente paga Euskadi al Estado por las competencias no transferidas), también debe haberlo para garantizar las necesidades urgentes de las demás autonomías.
Ni el extremeño Guillermo Fernández Vara, que lamenta el que su comunidad no cuente con fuerzas nacionalistas ni grupos de presión capaces de inclinar la balanza de los Presupuestos a su favor.
Los socialistas no son los únicosque han levantado la voz. También ha expresado su malestar el presidente de la Xunta de Galicia, el popular Alberto Núñez Feijóo, quien cree imprescindible que el Gobierno explique por qué el País Vasco va a contribuir a partir de ahora con 500 millones de euros menos a las arcas del Estado.
En esta misma línea se manifestó la portavoz del Gobierno de Castilla y León, para la que no cabe duda de que todo lo que se aporte de más a una comunidad, en este caso Euskadi, juega en detrimento de las restantes.
De esta forma, el escenario que se abre ahora ante el Gobierno no es ni mucho menos sencillo, sobre todo si se tiene en cuenta que los números «dan para lo que dan», como explica una fuente destacada del equipo económico, «y la cuerda no se puede estirar mucho más».
El Ejecutivo quiere explorar todas las vías, incluso aquellas que parecen definitivamente vedadas, a la búsqueda de la más mínima rendija que permita abrir caminos. Es por ello que se dice dispuesto a estudiar una a una las miles de enmiendas parciales que ya se anuncian por parte de todos los grupos a las cuentas del Estado.
Montoro intentará hacer equilibrios con los números buscando la cuadratura del círculo parlamentario, pero sin perder la filosofía principal que, recuerdan en su equipo, no es otra que la de mantener un rumbo que ha propiciado «el vuelco económico» pasando de la «quiebra fáctica de 2011 al crecimiento y la creación de empleo». En otras palabras: sigue en pie el objetivo de reducir el déficit y rebajar la deuda intentando mantener el gasto social.
Fuente: El Mundo