El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ha tomado la decisión más radical de cuantas tenía a la mano para intentar atajar la crisis política que lo mantiene en jaque desde hace un mes. El mandatario ha convocado a una Asamblea Nacional Constituyente que se encargará en los próximos meses de redactar una nueva Constitución a la medida del régimen. El anuncio parece ser la única salida posible para que el Gobierno del sucesor de Hugo Chávez, acorralado por los pésimos resultados de su apuesta económica, intente mantenerse en el poder sin pasar por el requisito de las elecciones.
La nueva Carta Magna será ideada por 500 delegados y el régimen parece que tratará de controlar a la mayoría y todo lo que allí se apruebe. La mitad de los elegidos pertenecerán, según Maduro, a la estructura comunal que el chavismo ha favorecido con su política económica durante los 18 años de Gobierno. Un congreso de los soviets radicalmente chavista, compuesto por los beneficiarios de los programas sociales (conocidos como misiones), los pensionados, los indígenas, la juventud que apoya a la denominada Revolución Bolivariana y otros grupos afines. “Será una constituyente ciudadana y chavista en la que no participarán las viejas estructuras de los partidos políticos”, detalló el mandatario. Los restantes 250 asambleístas serán elegidos por voto directo y secreto en las circunscripciones municipales.
Mientras se hacía ese anuncio en el centro de Caracas, al otro lado de la ciudad se manifestaban los sectores agrupados en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), que pretendían llegar hasta las sedes del Tribunal Supremo de Justicia y del Consejo Nacional Electoral. La protesta fue salvajemente reprimida por la policía militarizada. Miguel Pizarro, de la formación Primero Justicia, denunció que, desde la base aérea militar de La Carlota, dispararon al aire y lanzaron bombas lacrimógenas contra los manifestantes. Al frente de las diferentes movilizaciones han estado dirigentes políticos. José Manuel Olivares, también de Primero Justicia, fue golpeado en la cabeza por una bomba lacrimógena. Además, otros 33 manifestantes resultaron heridos en la jornada de protestas y muchos otros quedaron entrampados en las estrechas calles de La Castellana (noreste de la ciudad) entre nubes de gases lacrimógenos, informó Maolis Castro. “¡No más dictadura!”, gritaba una multitud.
La sensación que ha quedado después del anuncio del presidente Maduro, hecho en medio de la celebración chavista del Día del Trabajador, es de una gran confusión que espera disiparse con el paso de los días. La oposición, sin embargo, preveía esta maniobra porque el domingo el presidente de la Asamblea Nacional, Julio Borges, denunció que el régimen pretendía convocar una “constituyente comunal” que no sería electa mediante el voto. “Esta decisión acentuaría el golpe de Estado dado por el Gobierno de Maduro a principios de abril”, explicó el domingo, en referencia a las dos sentencias del Supremo que usurparon las funciones legislativas del Parlamento.
La oposición no tiene una estructura comunal como la que ha formado el Gobierno y parte de una teórica desventaja. Sin reparar en esa debilidad decidieron reaccionar rápido. No había terminado Maduro de explicar en qué iba a consistir su propuesta cuando el excandidato presidencial y gobernador del estado de Miranda, Henrique Capriles Radonski, llamó a los venezolanos a “desconocer semejante locura” y seguir en las calles como han hecho desde principios de abril. Durante la noche la MUD ofreció una rueda de prensa con Borges como portavoz para ampliar el mensaje de Capriles. “Lo que terminó presentando Maduro es mucho peor que la denuncia que hicimos. El presidente ha disuelto la democracia y la República. La Constituyente es una estafa para engañar al pueblo con un mecanismo que no busca otra cosa que agravar la crisis en Venezuela", ratificó.
El presidente del Parlamento se dirigió a las Fuerzas Armadas “para que no avalaran ese tipo de locuras”. “Lo que hoy se está dando es el peor golpe de Estado contra la Constitución. Tienen que jugar un papel para que la solución sea la convocatoria de elecciones. Ustedes no pueden permanecer callados mientras se pisotea la Constitución”, argumentó.
Envalentonada tras conocer los planes del régimen, la oposición volverá a la calle este martes al amanecer. Les han pedido a sus seguidores que se planten en las calles cercanas a sus domicilios durante dos horas. La protesta evoca para algunos los violentos cierres de vías de las jornadas de protesta del primer semestre de 2014, pero la dirigencia ha remarcado que la manifestación deberá ser pacífica. En la tarde sesionarán en la Asamblea Nacional como cada martes, pero tendrá un ánimo emotivo. Será una forma de decirle al régimen que el parlamento seguirá funcionando pese a la sentencia de muerte que supone una Asamblea Nacional Constituyente.
Fuente: El País