Alumnos de la Universidad Pública de Navarra, en Pamplona. UPNA (UPNA)
Los expertos recomiendan escoger la carrera por vocación ―el grado debe sentar las bases del conocimiento― y buscar luego la orientación laboral en un posgrado; pero a nadie se le escapa que la empleabilidad de la titulación universitaria es un motivo determinante en muchas ocasiones para decantarse por una u otra. Por ese motivo, y por primera vez, en su clasificación anual de calidad de los campus, la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE) han incluido el informe Inserción laboral de los graduados en el Sistema Universitario Español, que viene acompañado de una suerte de calculadora que permite al estudiante conocer las características de cada título. Esta calculadora se basa en los datos de la Encuesta de Inserción Laboral de los Titulados Universitarios (INE) de los graduados cinco años antes, y sus resultados se compartimentan en cuatro indicadores: la tasa de empleo, el dinero ganado (porcentaje igual o superior a los 1.500 euros mensuales), el ajuste del puesto con el nivel de estudios y el ajuste del empleo al área de estudio.
Cruzados los cuatro apartados, el grado de Medicina ocupa el puesto número uno, pues a los cinco años trabaja el 95% de los graduados, en empleos que se ajustan a sus estudios (99%) e ingresan más de 1.500 euros. La práctica totalidad cursa entonces el final del MIR (Médico Interno Residente). La precariedad, sin embargo, es común en el Sistema Nacional de Salud: uno de cada tres facultativos tiene en la actualidad una nómina temporal, según la Encuesta sobre la situación de la profesión médica en España impulsada por sus colegios oficiales y los sindicatos en 2020.
Los nueve grados siguientes en cuanto a empleabilidad son ingenierías. Estas carreras técnicas ―salvo en algunas especialidades y campus― no llenan las plazas de primero pese a la enorme demanda de las empresas de este perfil. Para el 46% de sus proyectos, Microsoft no encuentra suficiente personal en España y un 80% de estos se retrasarán, explicó el pasado año Alberto Granados, su presidente, en el acto de la Fundación Conocimiento y Desarrollo (CYD). En el buscador del IVIE se posicionan del segundo al noveno puesto, en este orden, las siguientes ingenierías que rozan el pleno empleo (entre el 93% y el 96%): aeronáutica, computadores, tecnologías industriales, informática, telecomunicación, desarrollo de software y de aplicaciones, energía, eléctrica, y electrónica.
Esta pujanza de las ingenierías tiene su reflejo en las universidades que lideran la clasificación: las politécnicas de Madrid, Cartagena y Cataluña, todas focalizadas en este ámbito. Entre ellas se encuentra también la Universidad Santa Teresa de Jesús de Ávila, tan pequeña que sus cifras no son comparables.
En un reciente estudio encargado por la Fundación CYD sobre la percepción de los españoles sobre el sistema universitario, el 70% de los encuestados le reprocha que es demasiado teórico y poco práctico, y el 48% considera que no se adapta a las exigencias del mercado. Sin embargo, hay grados que renta cursar pero que no son muy demandados. Por ejemplo, apenas 400 agrónomos terminan el máster cada curso, un número muy insuficiente para cubrir las necesidades para modernizar y hacer sostenible la producción agrícola.
En la cola de la empleabilidad se sitúan carreras de humanidades, como ha sucedido en el pasado. Aunque tres de cada cuatro graduados en Arqueología trabajan, apenas la mitad (54%) lo hace en algo relacionado con su ámbito de estudio. Historia del Arte, Conservación y Bellas Artes figuran también en los últimos puestos.
Fuente: El País