El dato definitivo de inflación de octubre, del 7,3%, ha confirmado este martes la previsión que se ofreció tres semanas atrás. En tiempos de incertidumbre económica, el INE ha equilibrado la balanza: por quinta vez en lo que va de año, el indicador avanzado acertó, frente a otras cinco ocasiones en las que hubo que corregirlo alguna décima al alza o a la baja. Y como también adelantó el instituto estadístico, la energía desempeñó un papel crucial para desacelerar el crecimiento de los precios. Desde julio, cuando se alcanzó un pico del 10,8%, la inflación ha completado un trimestre con tendencia a la moderación. Aunque sigue siendo muy alta y nadie se atreve a lanzar campanas al vuelo a las puertas de un invierno en el que Europa ya no contará con su tradicional fuente para combatir el frío: el gas ruso.
Eso, sin embargo, tuvo menos influencia de la prevista en octubre. Con un continente que ya tenía casi llenas sus reservas de gas y una meteorología que hasta el momento ha sido favorable, el décimo mes incluso permitió atisbar lo impensable cuando en algún momento el mercado internacional del gas marcó precios negativos. A la vez ganaron peso fuentes de generación de electricidad más baratas como la eólica (que en verano se retrae mucho por la falta de viento), y como resultado de todo ello, España vio relajarse los precios energéticos.
La luz, según el INE, fue determinante para contraer la inflación del 8,9% que marcó en septiembre al 7,3% de octubre, una bajada de 1,6 puntos que es de las mayores de la serie histórica. Esto tuvo una influencia en el grupo de Vivienda, el que más hizo retroceder el índice al encarecerse solo un 2,6% (11 puntos menos que un mes antes) y donde se contemplan también otros suministros, así como gastos relacionados con el alquiler o con el mantenimiento de las casas. Otro grupo con un comportamiento positivo para los consumidores fue el de de Vestido y calzado. El motivo no es que estos productos se abarataran, de hecho se encarecieron un 1,4%, sino que en la nueva temporada subieron menos que un año atrás. Eso hizo que, al compararse interanualmente, ayudaran a desacelerar el IPC.
La mala noticia para los hogares, un mes más, vino del grupo de Alimentos. Estos siguen tirando de los precios al alza. Si en septiembre su encarecimiento, del 14,4%, suponía un dato inédito en la serie estadística, que empezó a registrar este grupo en 1994; en octubre siguieron creciendo. El 15,4% de aumento supone un nuevo récord de la serie histórica y hace que este grupo fuera el que más resistencia ofreció a la moderación general del índice. El azúcar, casi un 43% más costoso que un año atrás, es el producto que más destaca por su escalada. Pero también la leche o las legumbres y hortalizas frescas se han encarecido en torno a un 25%. Y los cereales y los aceites superan el 20%.
Andrés Góngora, portavoz de la comisión ejecutiva de la organización agraria COAG, apunta que “los precios en origen siguen teniendo altibajos muy fuertes”. “Aunque hay productos afectados por la sequía y hay una disminución de la producción, como está pasando con el aceite de oliva, vemos que otros productos que en origen no suben y al consumidor se le siguen encareciendo”, explica, “el precio que nos pagan al final a los productores no tiene que ver con los costes de producción, sino con leyes de oferta y demanda”. El secretario de Estudios y Formación de CC OO, Carlos Gutiérrez, ha señalado en declaraciones recogidas por Europa Press que el incremento de los alimentos es “muy preocupante”. Sin aludir específicamente al sector de la alimentación, ha añadido que “las empresas están trasladando el aumento de costes a los precios de venta para mantener o incluso incrementar en algunos sectores los beneficios”. Meses atrás, Unidas Podemos pidió gravar más a los supermercados por lo que consideraba “beneficio extraordinarios”.
En Asedas, patronal que agrupa a Mercadona, Dia, AhorraMas o Spar, entre otras cadenas de distribución, creen que la causa de la subida se encuentra en “el fuerte incremento de los costes”. “En nuestra opinión —señala Ignacio García Magarzo, director general de la organización— la única forma de que se modere cuanto antes es que se tomen medidas para bajar esos costes: en energía, carburantes y materias primas importadas”. El directivo defiende que “los proveedores industriales siguen comunicando subidas de tarifas y los productores están percibiendo precios en origen con subidas que están muy por encima de la inflación, porque la distribución es muy competitiva y absorbe parte de estas subidas con sus márgenes”. Según los datos del Ministerio de Agricultura, la leche se paga en origen un 60% más cara que un año atrás. El aceite de oliva, que preocupa porque con la sequía se espera una cosecha floja esta temporada, lo ha hecho casi un 40%.
En términos mensuales (es decir, si se miden los precios de octubre con los de septiembre, y no con respecto a un año antes que es como internacionalmente se determina la inflación) la vida en España se encareció un 0,3%. Es decir, que para los consumidores comprar en el décimo mes fue un poco más costoso que en el noveno, pese a que la tasa de inflación bajara. Al medirlo mensualmente, la ropa subió un 8,5% (algo relativamente habitual en los cambios de temporada), mientras que los alimentos lo hicieron un 2,3% y el transporte un 1,4%. En esto último, destaca el INE, pesó el crecimiento de los carburantes y lubrificantes, ya que desde que acabó el verano la gasolina y el gasóleo han vuelto a mostrar tendencia inflacionista. Por el contrario, la tendencia a la baja de luz y gas hizo que mensualmente el grupo de vivienda se abaratara un 6,6%. La electricidad en concreto se abarató un 22,5% respecto a septiembre.
Por comunidades autónomas, la inflación se relajó en todas. Castilla-La Mancha sigue manteniendo el indicador más elevado, un 8,6% interanual, pero es también de las que más lo vieron retroceder con respecto a septiembre. Madrid, con un 6,3% es la que registró un menor crecimiento interanual del IPC. Otras cinco comunidades (Cataluña, Comunidad Valenciana, País Vasco, Cantabria y Canarias) y la ciudad autónoma de Ceuta también mostraron tasas por debajo de la media nacional del 7,3%. En todos los territorios destaca la carestía de los alimentos, que en Melilla (18,3%), Murcia (17,6%) y Extremadura (17,4%) muestran las variaciones más acusadas.
En cualquier caso, el dato conocido este martes confirma que España, que arrancó el verano con una inflación de dos dígitos y en la parte alta de la tabla, ahora figura entre los socios del euro con una menor carestía (en octubre, solo Francia presentó un dato menos abultado). El crecimiento de los precios en la eurozona, de hecho, alcanzó de media el 10,7% en el décimo mes según Eurostat. La mayor economía continental, Alemania, superó esa media con un 11,6%. Y Holanda rozó el 17%, solo por detrás de los países bálticos, particularmente vulnerables a la crisis bélica provocada por Rusia en Ucrania y que encadenan ya cinco meses con inflaciones por encima del 20%. Mientras, en España el dato de octubre es el más bajo desde que empezó la guerra de Ucrania y el segundo menos abultado del año (en enero la inflación fue del 6,1%).
El hecho de que la eurozona, y también EE UU pese a una inesperada mejoría, presenten una peor evolución de los precios favorece la competitividad de España, pero un entorno internacional tan complicado no es del todo bueno. Significa que en todos los productos y servicios que se importan de esos países, España importa también inflación porque compra caro. Esto redunda en dificultades para relajar el crecimiento del IPC, algo que también se aprecia en la inflación subyacente. Este indicador, que excluye los precios de los alimentos perecederos y los de la energía por ser muy volátiles, no se movió en octubre. Su estancamiento en el 6,2% recuerda que aunque la energía está dando un alivio a los hogares, a estos les esperan todavía meses de carestía.
Para Ignacio de la Torre, economista jefe de la gestora de inversión Arcano Partners, la inflación subyacente supone “un dato malo”. En la inflación general, sin embargo, De la Torre cree que la evolución será más favorable: “Los bienes están cayendo ya claramente”, argumenta, “y los precios de los servicios se van a ir normalizando por el efecto base: a partir de noviembre vamos a entrar en efectos base”. Con esto se refiere a que el diferencial con el año pasado mejorará: “Los precios del gas van a entrar en negativo porque Putin empezó ya en noviembre del año pasado a manipular los precios”. No obstante, cree que tardará unos meses en percibirse por completo ese efecto. María Jesús Fernández, economista sénior de Funcas, coincide en que la desescalada será lenta. “Con esa hipótesis [precios de energía relativamente estables], aunque haya algún repunte puntual la tendencia será lentamente descendente”, señala la experta. Lo mismo espera para los alimentos, siempre “suponiendo que se vaya transmitiendo la moderación y que no haya subidas en precios de materias primas o de escasez por circunstancias de la guerra [de Ucrania]”.
A la vez, si las cosas salen como prevé el Banco Central Europeo, Europa afrontará un deterioro considerable de la situación económica. Es decir, malos tiempos para el empleo (que hasta ahora está mostrando muy buen comportamiento) y para muchas familias. Desde julio, el regulador del euro ha acometido tres subidas de los tipos de interés oficiales, lo que supone la escalada más abrupta en la historia de la moneda única. Esto no solo complica la situación para quienes tienen hipoteca variable, sino que restringe la liquidez en general, que es lo que persiguen los bancos centrales para hacer bajar la inflación hasta el objetivo del 2%. El efecto ya se vio en el tercer trimestre, cuando la eurozona vio cortarse abruptamente su crecimiento económico, aunque resistió mejor de lo previsto con un avance del PIB del 0,2%. De nuevo, lo que parece bueno no lo es tanto: desde la óptica del banquero central, aunque cada vez más voces cuestionan si la política monetaria ortodoxa es la mejor receta en la actual coyuntura, significa que habrá que elevar todavía más los tipos para lograr el efecto deseado.
Fuente: El País