Pizzas precocinadas envasadas en plástico reciclado, que estará exento de tributar.
Los alimentos son hoy en España un 14,1% más caros que hace un año. La subida de las materias primas, de los propios envases y de la energía (necesaria para conservarlos, transportarlos y elaborar los que no son frescos) ha encarecido considerablemente los productos que integran la cesta de la compra y se prevé que suban aún más cuando entre en vigor en el país el impuesto sobre los plásticos de un sólo uso, muy presente en el supermercado.
Productos como la mantequilla, la pasta, las salsas, las legumbres, la carne, el yogur, algunas hortalizas, el queso, el café, el aceite de oliva, las pizzas y platos preparados, la sal o el arroz llegan a los hogares desde el supermercado envasados en plástico, que automáticamente se desecha y al que no se le da ningún otro uso, un plástico por el que habrá que tributar a partir del 1 de enero de 2023 siempre que no haya sido reciclado.
En concreto, se pagarán 0,45 euros por kilogramo de plástico no reciclado -en línea con lo aprobado en otros países de Europa como Italia también para 2023, y algo superior al británico, de 0,2 libras esterlinas por kilo-. "Es una figura novedosa que inaugura una categoría de impuestos dirigidos a fomentar la economía circular en el ámbito del plástico", explica EY, que recuerda que serán objeto de tributación "los envases no reutilizables que contengan plástico, los productos plásticos semielaborados destinados a la obtención de los envases (preformas, láminas de termoplástico), y los productos de plástico que permitan cerrar, comercializar o presentar los envases".
No está del todo claro, no obstante, qué productos concretos estarán sujetos a tributación y cuáles no, ya que la norma dice que estarán exentos los envases "siempre y cuando formen parte integrante de un producto y sean necesarios para contener, sustentar o preservar dicho producto durante toda su vida", es decir, siempre que no se pueda comercializar ese producto sin dicho envase ni sustituir el material, como podría ser el caso de las cápsulas de café. "Se trata de un concepto indeterminado cuya interpretación práctica generará controversia", avisan desde Garrigues.
En este despacho consideran que la medida afectará de manera determinante al sector alimentario, aunque éste no será el único sujeto a mayores costes tributarios. "Dada la actual dependencia de los envases de plástico, tendrá un impacto mayúsculo, en especial en el sector alimentario (...) Afectará a todos los operadores que fabriquen, adquieran o importen envases de plástico no reutilizables, productos plásticos semielaborados y cierres", apuntan.
Alertan, además, que aunque el impuesto grava a los fabricantes y pretende incentivar el uso de plástico reciclado u otros materiales, "lo cierto es que muy probablemente, la carga económica de este nuevo impuesto la asuman los consumidores, pues, aunque solo está prevista la repercusión jurídica del impuesto en el caso de la primera venta o entrega realizada tras la fabricación del producto en el territorio español, la realidad es que nada impide su repercusión económica a los consumidorescomo un coste más del bien producido".
Esto supone que si la mantequilla ya ha subido de precio un 31,8%; la pasta es un 30,3% más cara; las salsas se han encarecido un 26,5%; los huevos suben un 22,4%; la carne de pollo, un 17,6%; los yogures, un 17,3%; las legumbres, un 14,8%; el queso, un 14,6%; la sal, un 11,1% y el arroz, un 10,7%, según los últimos datos del INE a cierre de agosto, es posible esperar mayores incrementos en el futuro, tanto por el impacto del tributo como por la evolución prevista del coste de las materias primas.
El panel de analistas de Funcas espera que el precio de los alimentos frescos suba un 10,9% en el promedio del año -con incrementos del 14,1% en septiembre; 14,8% en octubre; 13,1% en noviembre y 11% en diciembre-, mientras que para los alimentos elaborados prevé un incremento promedio del 10% (12,7% interanual en septiembre y octubre, respectivamente; 12,8% en noviembre y 12,3% en diciembre).
En los últimos tres meses (precios de junio frente a precios actuales) en algunas superficies se puede observar como las bolsas de plástico de canónigos y rúcula, por ejemplo, han pasado de 1,09 a 1,29 euros (+18,3%), un paquete de plástico de espirales de pasta que antes costaba 0,80 ahora vale 0,88 euros (+10%), o el ketchup de marca blanca ha pasado de 0,79 a 0,82 euros (+3,8%).
Las subidas también afectan a toda la parte de droguería y perfumería que también componen la cesta de la compra y van envasadas principalmente en plástico: el acondicionador ha pasado de 3,55 a 4,29 euros (+20,8%); el agua micelar de 4,95 a 6,09 (+23%) y la crema de manos de 1,35 a 1,49 (+10,4%).
La Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC) lamenta que desde enero de 2021 el precio de los envases y embalajes necesarios para alimentos y bebidas ha subido un 20%. En concreto, los de papel y cartón, un 25%; los de plástico, un 22%, y los de vidrio, un 18%, pero defienden que no todas las subidas de costes se trasladan al consumidor.
"No hay una traslación directa de la subida del coste de los materiales al precio final de los alimentos. De hecho, los costes de producción han subido hasta un 70% en algunos alimentos, un porcentaje muy superior al incremento del IPC de la alimentación", señalan a EL MUNDO desde la patronal.
La Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) calcula que el impuesto al plástico de un sólo uso tendrá "un impacto directo en las compañías del sector de alrededor de 690 millones de euros" y pide al Gobierno que retrase su entrada en vigor: "Con el objetivo de no restar competitividad a las empresas y perjudicar al empleo, hemos pedido al Gobierno, junto a otras organizaciones de la cadena de valor del envase, que retrase al menos un año, hasta enero del 2024, la entrada en vigor del Impuesto".
"Nos encontramos en un momento de gran inestabilidad, con costes energéticos inasumibles y con una inflación al alza, por lo que es muy importante que el Ejecutivo no adopte ninguna medida regulatoria o fiscal que reste competitividad a las empresas y a los consumidores. En el caso del Impuesto al Plástico, además de los motivos estrictamente económicos, la implementación de un impuesto de estas características genera muchas dudas prácticas y las empresas necesitan un margen de tiempo suficiente para poder resolverlas", señalan a este medio.
Estas organizaciones junto a otras de toda la cadena alimentaria como las agrarias ASAJA, COAG, UPA y Cooperativas Agro-alimentarias, así como otras asociaciones empresariales del sector, consideran que "no es el momento de aplicar un nuevo impuesto que sólo repercutirá negativamente en la competitividad de las empresas y en el consumidor", admiten.
Fuente: El Mundo