Victoria para Mariano Rajoy y para el ministro de Exteriores, Alfonso Dastis. El borrador con las orientaciones para la negociación entre la UE y Reino Unido no sólo ignora por completo la posibilidad de que Gibraltar tenga un estatus especial, único, en el futuro, tal y como pedía Fabián Picardo, sino que el Consejo Europeo da, de facto, poder de veto sobre el porvenir del Peñón a España.
"Después de que Reino Unido deje la Unión, ningún acuerdo entre la UE y Reino Unido podrá ser aplicado en el territorio de Gibraltar sin un acuerdo entre España y Reino Unido", dice el punto 22 del borrador.
La mención no es baladí. Fuentes gubernamentales aseguran a EL MUNDO que esta redacción es "impecable" al salvaguardar una de las líneas rojas de Madrid y el único caso concreto que aparece, con nombre y apellido, entre las instrucciones negociadoras. Fue una exigencia apuntalada en las últimas horas por el propio Rajoy y su jefe de gabinete, Jorge Moragas, en sus contactos informales en Malta con el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, donde han coincidido en el congreso del Partido Popular Europeo. También ha participado el negociador de la UE, Michel Barnier. Al contrario que en otras negociaciones del pasado, la reclamación de España ha sido recogida negro sobre blanco desde el primer momento para que no haya dudas ni posibles interpretaciones ambiguas.
El papel tiene 26 puntos. No es todavía válido, sino que tendrá que ser ratificado el próximo 29 de abril, en Bruselas, en una Cumbre especial de los 27 Estados Miembros. Pero el hecho de que esté contemplado es un mensaje poderoso. Durante años la UE se ha puesto de perfil con el caso de Gibraltar, una espina incómoda que viciaba muchos debates completamente ajenos. Pero ahora, tras la decisión británica, Bruselas no tiene problemas en defender con más claridad las reclamaciones históricas de uno de sus Estados Miembros.
La situación de Gibraltar no aparece en la larga carta de divorcio remitida el miércoles por Theresa May. La situación del Peñón ha sido siempre un asunto recurrente para Londres, pero relativamente secundario, a diferencia de para España. Reino Unido tiene muchísimo de lo que preocuparse en estos momentos y buscar un estatus único formará parte del proceso, pero no ha merecido una atención especial, a diferencia de lo que pueda pasar con la frontera entre Reino Unido e Irlanda del Norte.
El ministro Dastis, hasta el año pasado embajador permamente de España ante la UE, conoce a la perfección los mecanismos internos de la Unión y ha movido todas las piezas necesarias estos meses. De hecho, la semana pasada, mientras los jefes de Estado estaban en Roma firmando la Declaración por el 60 aniversario de la UE, estuvo en Bruselas hablando personalmente con el negociador jefe de la UE, Michel Barnier, reiterando la importancia que para nuestro país tiene Gibraltar.
El punto 22, por tanto, ofrece junto al de las bases militares de Chipre, el único caso de las directrices que abre la puerta a negociaciones bilaterales. Es llamativo porque el papel excluye expresamente la posibilidad de que haya este tipo de pactos bilaterales en el resto de aspectos de la salida. España, si se aprueba el borrador el día 29, tendrá un arma muy valiosa puesto que, como queda reflejado en el texto de Donald Tusk: "no hay nada cerrado hasta que todo esté cerrado", así que es necesario que haya acuerdo sobre todo el pacto de divorcio. Y si España se enroca, no puede haberlo.
Por primera vez en mucho tiempo Moncloa parece tener una posición negociadora algo más sólida. Lo que siempre ha sido una molestia para los 27 puede convertirse ahora, si la mención sobrevive hasta el día 29, en un problema más serio.
Fuente: El Mundo