Por segunda vez en ocho meses, la mascarilla deja de ser obligatoria por la calle. A partir de este jueves, los ciudadanos podrán no llevarla puesta cuando paseen por la calle o si asisten a eventos multitudinarios y están sentados y a una distancia de 1,5 metros de otras personas con las que no convivan. Esta 'liberación', la segunda, se traslada también a los colegios y a las residencias de mayores, porque la mascarilla deja de ser obligatoria en los patios y recreos y también entre residentes y trabajadores de geriátricos con al menos una cobertura de vacunación del 80%.
Estos supuestos en los que ya no será necesario llevar la mascarilla figuran en el decreto que se aprobó en el Consejo de Ministros del martes pasado, se publicó este miércoles en el Boletín Oficial del Estado (BOE) y entra en vigor este jueves.
A partir de ahora, la mascarilla no será exigible para ir por la calle o cualquier otro espacio al aire libre, pero sí se mantiene la obligación en "eventos multitudinarios que tienen lugar a aire libre", como un concierto, de acuerdo al ejemplo que citó el martes la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez.
En esos casos, las personas deberán llevar mascarilla si están de pie o si están sentadas pero no guardan una distancia de seguridad de al menos un metro y medio con otras personas, siempre que no sean convivientes.
Fuera de la norma -y por tanto, de la obligación legal- queda la "recomendación" que Gobierno y comunidades acordaron hacer a los ciudadanos para que ante "aglomeraciones" como, por ejemplo, una calle céntrica en periodos festivos de compras, se pongan igualmente la mascarilla.
"La relajación de las medidas", dice el decreto, es una "propuesta para la población general" que "se debe valorar a nivel individual de acuerdo con la pertenencia a grupos de mayor vulnerabilidad, la vacunación y la actividad y comportamiento social que pueda incrementar los riesgos de transmisión". Es decir, la mascarilla deja de ser obligatoria en exteriores, pero no es obligatorio no llevarla y cada persona debería decidirlo según las circunstancias.
Por otra parte, el decreto incluye otras dos novedades, porque el uso de la mascarilla dejará de ser obligatorio en espacios interiores solo en un supuesto muy concreto, que se suma a los que ya existían, como era el caso de personas con algún tipo de enfermedad que pueda verse agravada por llevarla o en actividades "incompatibles" con la mascarilla -como nadar, por ejemplo-.
Como novedad, no será obligatoria en residencias de mayores o de personas dependientes, de trabajadores o "dependencias destinadas a residencia colectiva de trabajadores esenciales" -por ejemplo, un cuartel-, siempre y cuando al menos el 80% de las personas que allí vivan tengan pauta completa de vacunación. El decreto puntualiza que esta excepción "no será de aplicación a los visitantes externos" ni a los trabajadores de estos centros.
En todo caso, el Gobierno recuerda que la mascarilla sigue siendo obligatoria en espacios cerrados, sin ofrecer de momento una fecha para quitarla. "La prudencia debe seguir primando y no lanzar las campanas al vuelo", dijo el martes la ministra portavoz.
Aunque el decreto no lo incluye, el Gobierno anunció también que la mascarilla dejará de ser obligatoria en los patios de los colegios, de modo que los niños mayores de seis años que tienen que llevarla en espacios cerradas podrán quitársela, por ejemplo, durante los recreos.
Esta medida no entrará en vigor al mismo tiempo en todas las autonomías, aunque se espera que sea general en los próximos días. Al tratarse del ámbito de la Educación, competencia autonómica, las comunidades tendrán ahora que aprobar sus propias normativas, algo que ya han hecho este miércoles la Comunidad de Madrid, Cataluña, Extremadura y Cantabria. Andalucía lo hará previsiblemente el viernes y otras autonomías como Comunidad Valenciana, Castilla y León y Asturias preparan también las órdenes correspondientes.
Por ejemplo, la orden de la Consejería madrileña de Educación establece que las mascarillas dejarán de ser obligatorias en los centros educativos “durante los períodos de recreo y en el desarrollo de otras actividades siempre que se realicen, en ambos casos, en espacios al aire libre”.
El fin de la mascarilla al aire libre que se hará efectivo este jueves es la segunda 'liberacion' de una de las medidas de protección más características de la pandemia y que desde hace dos años ha sido objeto continuo de polémica. En las primeras semanas de la crisis sanitaria, porque no había ni siquiera para el personal sanitario o, al final del confinamiento y ya en la 'nueva normalidad', por las multas de hasta 100 euros que se fijaron en junio de 2020 para quien no las llevara por la calle.
La primera vez fue en junio de 2021, antes del segundo verano de la pandemia, que abrió un periodo de medio año sin mascarilla por la calle que terminó en Nochebuena. El 24 de diciembre del año pasado entró en vigor una nueva ley por el que el Gobierno volvió a imponerla, ante la "incertidumbre" que consideraba que creaba la variante ómicon, mucho más contagiosa y justo a las puertas de la Navidad.
El presidente, Pedro Sánchez, anunció la medida en una Conferencia de Presidentes entre críticas por parte de expertos, ciudadanos y formaciones políticas, que la consideraban inútil y contradictoria con el hecho de que sí se podía estar sin mascarilla en bares con el aforo completo. Aunque hasta siete presidentes autonómicos habían pedido previamente restaurar la mascarilla por la calle, el asunto se convirtió en un motivo de enfrentamiento político que tuvo su punto culminante hace una semana, cuando la ministra de Sanidad, Carolina Darias, no solo defendió la medida en el Congreso, sino que pidió su prórroga -por un tiempo entonces indeterminado-. Logró convalidar el real decreto, pero en un debate con acusaciones casi unánimes de "chantaje" al Gobierno por tratar de asegurar su aprobación incluyendo en esta ley la paga extra de a los pensionistas para compensarles por el exceso del IPC de 2021.
Si entonces Darias defendió que las mascarilla había sido una "barrera" frente a los contagios y que otros países europeos siguieron a España para volver a hacerla obligatoria en exteriores, apenas tres días después anunciaba que esta medida quedaría derogada mediante el decreto que se aprobó el martes y entra en vigor este jueves.
En él, el Gobierno justifica ahora poder ir sin mascarilla por la calle porque el 21 de enero se llegó al pico de la sexta ola y que desde entonces "se observa un descenso estable y rápido de la incidencia" -que este miércoles se situó en 1.692, 201 puntos menos que la víspera-. A fecha de 4 de febrero, habla de una reducción de la incidencia de un 33%. "Esta evolución, una vez superado el efecto en la transmisión potencialmente asociado a las festividades navideñas, se mantiene estable hacia el descenso progresivo" y que así continuará dados los otros indicadores, que también reflejan que con la variante ómicron "la probabilidad de hospitalización, ingreso en UCI y fallecimiento ha mostrado ser hasta entre 10 y 22 veces inferior".
Fuente: 20 Minutos