La EMA inicia la revisión de molnupiravir, que reduce a la mitad el riesgo de hospitalización o muerte
Casi un año después de la llegada de las vacunas contra la COVID-19 y del inicio de las campañas de inmunización en buena parte del planeta, los países compaginan ahora sus esfuerzos de inocular los sueros al mayor porcentaje posible de población con garantizar el acceso de la ciudadanía a pastillas antivirales contra la enfermedad. Con dos píldoras autorizadas o en el proceso de estarlo, los estados han comenzado una frenética carrera para no quedarse sin estos fármacos.
Después del fracaso del remdesivir, que logró la aprobación de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) en junio de 2020 y concitó inicialmente grandes esperanzas, las farmacéuticas han continuado apostando por los antivirales. Son Pfizer y Merck las compañías que, por el momento, han obtenido mejores resultados con sus productos Lagevrio (molnupiravir) y Paxlovid (PF-07321332 y ritonavir), respectivamente.
Tras crear una de las vacunas más efectivas contra la COVID, Pfizer presentó el 9 de noviembre una píldora que reduce casi un 90% el riesgo de muerte por COVID-19 para los infectados con comorbilidades y ya ha solicitado la autorización para uso de emergencia en varios países, como EE UU, Australia o Reino Unido. Precisamente las autoridades sanitarias británicas ya aprobaron a principios de mes el empleo de la pastilla de Merck, que disminuye en un 50% el peligro de hospitalización y fallecimiento, y la EMA lo hizo el pasado día 19.
Con la autorización del molnupiravir de Merck y a la espera de la luz verde al Paxlovid, de Pfizer, que presentan la ventaja frente a otros tratamientos antivirales de ser pastillas y no administrarse por vía intravenosa, varios países se han lanzado a adquirir unidades de estos fármacos. Además, este tipo de medicación podría ser particularmente útil en países poco desarrollados, donde la vacuna ha tenido todavía una escasa penetración.
Hasta la fecha, la compañía Merck tiene comprometidas ya seis millones de dosis de su píldora experimental contra la COVID-19 con gobiernos de todo el mundo y fue Estados Unidos el primero en cerrar un acuerdo con la empresa para hacerse con las dosis. En un primer momento, acordó la adquisición de 1,7 millones de ciclos de tratamiento por un precio de 1.200 millones de dólares. Ahora, ha apalabrado 1,4 millones más por 1.000.
A Estados Unidos se han sumado después países asiáticos y oceánicos, como Australia, que anunció a principios de octubre el encargo de 300.000 dosis de molnupiravir. También Malasia ha reservado 150.000 para prepararse para la siguiente fase de la pandemia, cuando la COVID-19 se convierta en una enfermedad endémica, según informó su ministro de Sanidad.
Corea del Sur a solicitado 20.000 ciclos de tratamiento, Tailandia ha reservado 200.000, Filipinas ha comprado 300.000 y Japón, 1,6 millones, mientras Indonesia valora la posibilidad de adquirir un millón.
Tampoco han querido quedarse atrás algunos estados europeos, y ya han sido varios los que han reservado sus pastillas de Merck. Reino Unido, que fue el primer país del mundo en aprobar el uso del molnupiravir, se ha asegurado 480.000 dosis, mientras que Francia ha adquirido 50.000 e Italia acaba de anunciar la compra de 50.000.
Por su parte, Pfizer ya tiene apalabrados 10 millones de ciclos de tratamiento con Estados Unidos, que desembolsará 5.300 millones de dólares para hacerse con ellos. Australia también acordó la compra de 500.000 dosis y, en Asia, Corea del Sur se ha asegurado contar con 70.000.
En Europa, Reino Unido vuelve a ser el país que más dosis ha reservado, con 250.000, e Italia se ha garantizado 50.000.
Además de las dosis de Merck y Pfizer, los diferentes estados también se están dotando de otros fármacos. Así, Estados Unidos emplea el Regeneron, que se trata de un cóctel de anticuerpos monoclonales. Este tipo de medicamentos también han sido aprobados por la EMA -Ronapreve y Regkirona- y las autoridades sanitarias estudian otros similares.
Además de la diferencia en la efectividad ante el riesgo de muerte, del 90% en el caso de Pfizer y del 50% en el de Merck, otra de las divergencias es el precios: la dosis de la primera cuesta 530 dólares y la de la segunda, 700.
En este sentido, la farmacéutica Merck y el Fondo de Patentes de Medicamentos (MPP, por sus siglas en inglés) han firmado un acuerdo de licencia voluntaria para molnupiravir y creará un acceso amplio para el uso del fármaco en 105 países de ingresos bajos y medianos.
Lo mismo ha hecho Pfizer, que ha llegado a un acuerdo con Unitaid, socia de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en emergencias sanitarias, para producir genéricos de su nuevo tratamiento, con el fin de hacerlo más asequible en países en desarrollo. Así, llegará a 95 estados, que suponen el 93% de la población mundial.
En cuanto a su mecanismo de acción, el molnupiravir de Merck -ya aprobado por la EMA- bloquea la actividad de una enzima específica que el SARS-CoV-2 necesita para replicarse en el cuerpo infectado y provoca la 'catástrofe de errores'. La enzima que copia el material genético viral se ve obligada a cometer tantos fallos que el coronavirus no puede reproducirse. Eso acorta el tiempo de infección y previene el tipo de respuesta inmunitaria peligrosa que puede causar una enfermedad grave o la muerte. Además, los ensayos clínicos han mostrado su eficacia contra las variantes delta, gamma y mu.
El funcionamiento de la píldora de Pfizer es muy similar, aunque con una efectividad aparentemente mucho más alta: 90% frente al 50% de Merck. La molécula que utiliza la píldora de Paxlovid fue diseñada para tratar el virus del SARS en 2003 y sus creadores esperan que tenga efecto contra todas las variantes del coronavirus que puedan surgir.
Fuente: 20 Minutos