La Comisión Europea se sumó este jueves a la creciente ristra de analistas que vienen recortando las previsiones de crecimiento de España y fue un paso más allá al pronosticar que el país no recuperará los niveles de PIB y paro precrisis hasta 2023, convirtiéndose en el último estado de la Unión Europea en dejar atrás los efectos de la pandemia.
En concreto, en las proyecciones de otoño publicadas este jueves, Bruselas recorta en 1,6 puntos porcentuales su anterior previsión de crecimiento del PIB español para 2021, del 6,2% al 4,6%, y en ocho décimas la de 2022, del 6,3% al 5,5%, limitando al 4,4% el avance para 2023.
Aunque Bruselas advierte de la volatilidad de estas proyecciones, dada la incertidumbre que rodea el periodo pandémico, sus estimaciones aíslan aún más al Gobierno español, que sigue confiando en una subida del 6,5% para 2021 y del 7% para 2022, pese a que también el FMI, el Banco de España, o la Airef, han ido recortando con fuerza sus previsiones.
Es más, la Comisión ha pasado de señalar a España como el país que lideraría la recuperación económica comunitaria este año a situarla ya por debajo del avance medio (5% en la UE y la eurozona). Aunque su incremento en 2022 solo sería superado por Croacia (5,6%), y batiría a la media europea (4,3%), el país queda a la zaga de la recuperación. Será el último en retomar el nivel de PIB precrisis, “en el primer trimestre de 2023”, mientras que buena parte lo hará este año (como Holanda o Francia) y el resto (como Alemania o Italia) en 2022.
Después de todo, Bruselas recuerda que la economía española sufrió la contracción más pronunciada de 2020 (-10,8%) y que “aún existen varios riesgos”. De un lado, la persistencia o resurgimiento de la pandemia en otros países “podría influir en el crecimiento económico, en particular retrasando una recuperación total en el sector turístico”. De otro, los cuellos de botella en los suministros y el encarecimiento de los precios de la energía y el transporte “podrían retrasar la recuperación a corto plazo”. La oportunidad de mejora, contrapone, dependerá del efecto positivo de las inversiones y reformas del Plan de Recuperación que financia la ayuda europea.
El duro recorte llevado a cabo por Bruselas para 2021 se explica en parte por las “medidas de contención” de la pandemia que lastraron la actividad a inicios de año, “con una moderada contracción del PIB en el primer trimestre (-0,6%), seguida de un rebote más suave de lo esperado” en el segundo, que de hecho el INE suavizó del 2,8% al 1,1%. Con todo, recuerda el equipo del comisario económico, Paolo Gentiloni, “el levantamiento del estado de emergencia a mediados de mayo, respaldado por el éxito de la campaña de vacunación”, ha llevado a la economía a una senda de recuperación constante, “con el consumo privado como principal motor”.
De hecho, los fuertes incrementos de la recaudación de IVA asociados a ese repunte del consumo son el factor por el que la Comisión viene a dar por buenos los objetivos fiscales del Gobierno pese a la creciente distancia que guarda con sus proyecciones de crecimiento. Algo que ya vaticinó un día antes la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, Nadia Calviño, anticipándose al golpe.
En el caso del déficit, que saltó en 2020 del 2,9% al 11%, la expectativa de Bruselas es que la mejora de ingresos permita reducir el agujero este año al 8,1% (Hacienda espera un 8,4%). A partir de ahí, el desequilibrio entre ingresos y gastos se reduciría al 5,2% en 2022 (el Gobierno prevé un 5%) y el 4,2% en 2023 (frente al 4% oficial).
La Comisión alerta, sin embargo, de que el déficit estructural amenaza con estancarse en torno al 4,5%.
La deuda pública, por su parte, que la pandemia elevó del 95,5% al 120% del PIB, seguiría creciendo levemente este año hasta el 120,6%, según la UE. El Ejecutivo aspira a bajarla al 119,5%. Después, Bruselas prevé que el endeudamiento enfile una senda descendente hasta el 118,2% en 2022 y el 116,9% en 2023.
Ante estas tasas de crecimiento, y pese a reconocer que el mercado laboral ha demostrado una resistencia más notable en esta crisis en comparación con las anteriores, la Comisión Europea no espera que el nivel de desempleo previo a la pandemia se recupere hasta 2023, una vez descontados los efectos de los ERTE y las ayudas a los autónomos.
En concreto, Bruselas asume que el empleo crecerá un 4,5% este año, tras ceder un 7,6% en 2020, avance un 2,8% en 2021 y un 2,3% en 2023. En paralelo, la tasa de desempleo, que saltó del 14,1% al 15,5% el año pasado, se reduciría levemente al 15,2% este ejercicio, al 14,3% el próximo y al 13,9% un año después.
En cuanto a la escalada de precios, la Comisión Europea asume que seguirá al alza en el corto plazo, tras alcanzar el 2% en abril y el 4% en septiembre (y el 5,5% en octubre, según el indicador adelantado del INE), lo que achaca fundamentalmente al encarecimiento del gas y la electricidad.
Los economistas comunitarios asumen que la inflación se mantendrá en niveles récord hasta el segundo trimestre de 2022, pese a las medidas adoptadas por el Ejecutivo para rebajar los precios eléctricos, entre las que destaca la reducción de los tipos de IVA.
Sin embargo, la Comisión Europea alerta de que indexar las pensiones al IPC a partir de 2021, como recoge la reforma de las pensiones impulsada por el Gobierno y que tramita actualmente el Parlamento, aumentará la inflación subyacente (la estimada una vez descontados los precios más volátiles, como el de la energía y los alimentos), que hoy día se sitúa en el 1,5%. Con todo, asume que los salarios seguirán contenidos limitando el riesgo.
Como resultado, la proyección pasa por una rebaja de la inflación en el segundo semestre de 2022 que permita que el IPC medio, del 2,8% de 2021, se modere al 2,1% en 2022 y al 0,7% en 2023. La tasa subyacente, a su vez, aumentaría del 0,6% de media de este año al 1,5% en 2022 y al 1,3% en 2023.
Fuente: Cinco Días