La reforma sanitaria de Donald Trump se ha quitado la careta. Su aplicación implicaría, según un estudio oficial, que 14 millones de personas queden sin seguro médico el año próximo y hasta 24 millones en una década. Este machetazo no solo pulveriza la promesa del presidente de Estados Unidos de garantizar la cobertura universal, sino que da nueva munición a los demócratas y dispara las dudas de numerosos republicanos moderados. Unos y otros, la oposición y los escépticos, podrían bloquear la aprobación de la ley y abrir la primera crisis parlamentaria de Trump.
El cálculo ha sido elaborado por la Oficina Presupuestaria del Congreso, un organismo no partidista y cuyos estudios gozan de crédito general. Nada más conocer sus conclusiones, la Casa Blanca manifestó su “vigoroso” desacuerdo e insistió en que el plan no reduce el perímetro de la cobertura. "Si el Obamacare es tan bueno, por qué se gastan los millones del contribuyente en darle vida. ¡MAL!", tuiteó un irrefrenable Trump.
El informe analiza los costes del proyecto legislativo presentado la semana pasada por los republicanos en la Cámara de Representantes. La iniciativa tiene como fin enterrar la reforma del anterior presidente, el Obamacare, vigente desde 2010. Para ello elimina la obligación de contratar seguro médico, congela el desarrollo del programa para los más desfavorecidos (Medicaid) y acaba con el sistema impositivo que permitió la expansión de la red asistencial (20 millones de nuevos asegurados). Como contrapartida, favorece las desgravaciones fiscales en función de la edad.
A la luz del estudio oficial, la aplicación del plan conservador acarrearía una pérdida masiva de población atendida. El motivo sería tanto la fuga de usuarios ante retirada de las penalizaciones para quien no contrate un seguro, como el aumento de los precios de las pólizas: entre un 15% y un 20% más en los próximos dos años. Este drenaje del sistema sanitario permitiría reducir el déficit en 337.000 millones de dólares en una década, pero al coste de aumentar la población desprotegida y dificultar la entrada de los más desfavorecidos.
No es una conclusión nueva. Desde su presentación, las asociaciones médicas han advertido que el nuevo modelo implicará una peligrosa merma en la atención en un país donde 28 millones de personas aún carecen de cobertura (9% de la población). “La asistencia médica será más cara o totalmente inasequible para los más pobres.Que nadie se engañe, es un proyecto que reduce la atención a los más vulnerables”, afirmó la Asociación Americana de Hospitales. “La Oficina Presupuestaria del Congreso ha puesto el semáforo en rojo y ha mostrado lo vacías que son las promesas del presidente de que todo el mundo tendría cobertura y que los costes se reducirían”, dijo el líder demócrata en el Senado, Chuck Schumer.
Los republicanos siempre han contestado que el objetivo no es ampliar hasta el infinito las coberturas sino mejorar la efectividad de las prestaciones. El argumento, persuasivo en la oposición, ha quedado malherido ante las cifras. Con menos asegurados, pólizas más altas y una enorme población desatendida, el informe solo ofrece como ventaja la reducción del déficit. Todo ello sitúa a los conservadores ante un dilema: el dinero o la salud.
Será Trump quien tenga que sacar a su partido del atolladero. Acuciado por el escándalo del espionaje ruso, el presidente puso fin a su ambigüedad y hace dos semanas tomó el liderazgo de la reforma sanitaria. El paso le dio aliento político en una mala encrucijada pero ahora amenaza con pasarle factura. Si la ley decae en las Cámaras, si la mayoría republicana falla por la deserción de los moderados, Trump tendría que asumir el golpe. El gran forjador de acuerdos, el multimillonario que da lecciones al mundo sobre cómo negociar, habría fracasado.
Fuente: El País