Comparativa entre vacunas. Carlos Gámez
Una efectividad cercana al 92% demostrada también en mayores de 60 años. Son los datos con los que la vacuna rusa contra la COVID-19, conocida como Sputnik V, ha conseguido vencer el recelo con el que la comunidad científica la acogió en un principio, cuando se convirtió en el primer suero registrado en el mundo contra la enfermedad. Ahora, un artículo publicado en la prestigiosa revista The Lancet ayuda a disipar el escepticismo, al revelar que dos dosis de este fármaco brindan una protección equiparable a los de Pfizer-Biontech y Moderna.
Los datos del ensayo, en el que han participado 20.000 personas, son contundentes y así lo han transmitido los expertos Ian Jones, de la Universidad de Reading, y Polly Roy, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, que han mostrado su convencimiento en la efectividad del suero. “El desarrollo de la Sputnik V ha sido criticado por sus prisas improcedentes, por coger atajos y por su falta de transparencia, pero los resultados que se publican ahora son claros y el principio científico de la vacunación queda demostrado, lo que significa que se puede unir a la lucha para reducir la incidencia de la COVID”, afirman.
Los resultados sobre este medicamento, que ya se ha registrado en 16 países, según informa el Fondo Ruso de Inversión Directa (el organismo gubernamental que ha financiado la investigación), llegan en un momento clave. Europa adolece de una falta de otras vacunas contra la COVID, a causa de los retrasos en las entregas por parte de las farmacéuticas, y el resto del mundo espera también con ansia la llegada de nuevos sueros. Todo ello perfila a la Sputnik V como una alternativa clara a los antídotos de Pfizer-Biontech, Moderna, AstraZeneca y Janssen.
Un análisis provisional de los datos del ensayo en fase III de la Gam-COVID-Vac, más conocida como Sputnik V, sugiere que un régimen de dos dosis ofrece una eficacia del 91,6% contra la enfermedad. Esta cifra es comparable a la ofrecida, también tras un par de pinchazos, por los compuestos de Pfizer-Biontech (95%) y Moderna (94,5%), ya administrados en la actualidad en la Unión Europea.
De hecho, este porcentaje del fármaco ruso es notablemente superior al garantizado por el de la compañía Janssen (entre un 66 y un 72%) y el de AstraZeneca (entre un 62 y un 90%). Esta última se situó en el centro del debate el pasado noviembre al anunciar que un fallo en los ensayos alteró los datos de su efectividad, pues algunos voluntarios recibieron una dosis y media de la vacuna -en vez de dos- y, sorprendentemente, el medicamento mostró una protección mayor.
Una de las grandes ventajas de la Sputnik V ante otros compuestos contra el coronavirus es su efectividad en personas de avanzada edad, en la que ha hecho hincapié el Centro Nacional Gamaleya de Investigación en Epidemiología y Microbiología. Los resultados preliminares han arrojado que la protección en individuos de más de 60 años es aún mayor que en otros colectivos, al situarse en el 91,8%.
La efectividad en este colectivo es especialmente relevante tras las incógnitas surgidas la última semana sobre la protección brindada a mayores de 65 años por el medicamento de AstraZeneca, que algunos países desaconsejan en esa franja de edad. Es el caso de Alemania, donde surgió la polémica, y parece que España seguirá la línea germana, según adelantó este lunes el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón.
Al igual que el resto de los sueros contra la COVID-19, el ruso debe administrarse a mayores de 18 años, salvo el de Pfizer-Biontech, recomendado por encima de los 16.
Otra de las grandes ventajas del fármaco ruso es la temperatura a la que se conserva, entre 2 y 8ºC. Es la misma a la que deben mantenerse los de AstraZeneca y Janssen, lo que facilita el transporte para su distribución y su administración. Por el contrario, las antídotos de Moderna y Pfizer-Biontech necesitan mucho más frío para preservar sus cualidades, lo que añade unas dificultades logísticas considerables: -20 grados la primera y entre -70 y -80 la segunda.
Al igual que la mayoría de las vacunas desarrolladas hasta ahora, la Sputnik V requiere de dos dosis para una inmunización completa; solo para la de Janssen basta con una. La mayor diferencia entre las demás es el tiempo que debe transcurrir antes del segundo pinchazo: en el caso del medicamento ruso, es de 21 días; igual que en el de Pfizer-Biontech.
Algo más largo es el tiempo que debe pasar entre las dos dosis de Moderna (28 días) y todavía más entre las de AstraZeneca, entre cuatro y doce semanas.
La horquilla de precios para las dosis de las vacunas es amplia y la Sputnik V se sitúa en un término medio. La más barata es la de AstraZeneca, que ronda los tres euros, y la más cara resulta la de Moderna, que supera los 21. Entre ambas se sitúan la rusa (menos de diez dólares, unos 8,3 euros), la de Janssen (por debajo de los 8,4 euros) y la de Pfizer (15).
La Sputnik V se basa en dos tipos de adenovirus del resfriado humano, modificados con información genética del SARS-CoV-2 y atenuados. En la primera dosis, se inocula uno y, en la segunda, el otro. El uso de dos vectores distintos en ambos pinchazos puede ayudar a crear una respuesta inmunitaria más potente, ya que minimiza el riesgo de desarrollar resistencia al inicial, según los responsables del fármaco.
También en esta técnica se basa el compuesto de Janssen, que emplea un adenovirus similar al de la primera dosis de la Sputnik V. Por su parte, AstraZeneca ha utilizado un virus del resfriado común, pero de los chimpancés, en vez de los humanos.
Por el contrario, Pfizer-Biontech y Moderna han usado una técnica completamente diferente para desarrollar sus sueros, basados en ARN mensajero. Estas vacunas enseñan a las células a producir una proteína, o incluso una porción de una proteína, que desencadena una respuesta inmunitaria dentro del organismo. Así, se producen anticuerpos que protegen de infecciones si el virus real ingresa".
Fuente: 20 Minutos