No hay médicos ni personal de enfermería suficientes. La segunda ola de covid-19 ha vuelto a poner en evidencia la falta de sanitarios en el Sistema Nacional de Salud (SNS). Un problema estructural que no se soluciona por completo en unos meses, pero para el que tampoco se han buscado suficientes alternativas: ni las contrataciones necesarias ni la reorganización de unas consultas en las que los profesionales —especialmente los de atención primaria— viven sepultados bajo una montaña de pacientes y burocracia.
El diagnóstico es casi unánime. Lo comparten sindicatos, sociedades médicas e, incluso, responsables políticos. La propia presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, lo reconocía este lunes: “España tiene un problema de falta de médicos y enfermeras”. En comparación con la OCDE, el país está por encima de la media en facultativos de todas las especialidades. Pero si se mide con la Unión Europea, se queda muy por debajo en médicos de primaria (76,5 frente a una media de 123,4 por 100.000 habitantes, según los últimos datos de Eurostat) y en enfermeras (520 por 100.000 habitantes frente a 840 en Europa). Y eran estos los destinados a servir de dique de contención para que la segunda ola del coronavirus no fuera tan violenta como la primera. Pero se han visto completamente desbordados desde los primeros compases, cuando empezaron el verano mermados por las vacaciones que les correspondían.
Ante las preguntas de los periodistas, Fernando Simón ha reconocido este lunes en algunos servicios hay “una queja crónica de falta de recursos o sobrecarga”, aunque no supo concretar si esto se debe a una falta de profesionales o a carencias organizativas y de gestión de los recursos. “Creo que ahora mismo tenemos suficientes equipos para trabajar, los médicos que hay en España son los que hay, la primera ola se pasó con dificultades, pero se pasó gracias al esfuerzo inhumano de los profesionales. Yo creo que [la segunda ola] no será tan dura, pero está claro que nos gustaría tener un número de médicos mayor, porque en España, como en todos los países, es limitado”, ha añadido.
A este raquitismo de sanitarios se llega por varias carencias. Una es la precariedad crónica en la que viven muchos profesionales del sistema. Un estudio de 2016 de la Organización Médica Colegial revelaba que la mitad de los médicos del Sistema Nacional de Salud no tiene su plaza en propiedad. De ellos, el 40% firmaba contratos de menos de seis meses. Contratar a estos profesionales que están la órbita del sistema solucionaría parte del problema, pero no todo. Porque no bastan. También lo señaló este lunes Ayuso: el sistema no produce suficientes sanitarios para dar el relevo a los que se jubilan, y en los próximos años esto va a ir a más, por lo que pidió al presidente, Pedro Sánchez, incentivos para atraer a médicos y enfermeras. O para frenar a los que se van ante tal precariedad. El problema afecta particularmente a Madrid: según cálculos del sindicato CSIF, el 70% de las personas que acabaron el MIR este año en la Comunidad han escogido un destino fuera de esta autonomía debido a unas condiciones que tachan de “lamentables”.
Lorenzo Armenteros, de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, explica que para el correcto funcionamiento del sistema faltarían entre 4.000 y 6.000 médicos de familia, es decir, alrededor de un 14% de los que ya hay. Y esto sin pandemia de por medio. Es lo mismo, a otra escala, que sucede en Madrid. Julián Ezquerra, de la Asociación de Médicos y Titulados Superiores de Madrid, calcula que en la comunidad harían falta 600 médicos de familia y 150 pediatras, es decir, un 15% del total; solo para cubrir las bajas habituales y poder prestar el servicio rutinario.
Varios sanitarios se concentran con pancartas como signo de protesta frente al Hospital Clínico San Carlos, en Madrid el 15 de septiembre. Ricardo Rubio Europa Press
Con la covid, todo esto se multiplica. “Ha sobrecargado más al sistema, ha generado una situación de creciente sobrecarga burocrática para la primaria: trámites, recetas, partes médicos, justificantes para la escuela, para bajas laborales para padres y madres, además del propio seguimiento de los casos de covid”, señala Serafín Romero, presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Médicos (CGCOM), que pide un “plan Ifema” en primaria. “Igual que se derivó a pacientes de coronavirus a una infraestructura especial, pedimos que se le quiten ciertas cargas a los médicos, tanto burocráticas como de realizar los test y comunicar los resultados para que se puedan quedar con su trabajo real: atender a los pacientes y hacerles un seguimiento adecuado, tanto de covid como de otras enfermedades”, subraya Romero.
El CGCOM también pide comenzar a articular ya un plan de contingencia, similar al que se hizo en primavera, para que tanto médicos jubilados como licenciados sin especialidad puedan incorporarse al sistema para hacer tareas complementarias que liberen a unos médicos que están “sobrepasados”. Este plan, en la primera ola, tenía la intención de captar a más de 50.000 profesionales, pero finalmente solo consiguió que se integraran en el sistema unos pocos miles.
Las enfermeras (el colectivo se autodenomina en femenino) también están buscando soluciones. “Son muchos los hospitales que están desesperados porque necesitan contratar enfermeras para poder dar respuesta a la pandemia por covid-19, pero no lo consiguen porque no hay enfermeras en paro y las bolsas de empleo están completamente agotadas”, asegura Florentino Pérez Raya, presidente del Colegio General de Enfermería. Junto a la Alianza de la Sanidad Privada Española, ha solicitado al Ministerio de Sanidad y a los consejeros autonómicos la adopción de un régimen de compatibilidad absoluta para el libre ejercicio de la asistencia sanitaria entre el ámbito privado, concertado y público de estos profesionales mientras dure la pandemia, ya que, hasta ahora, salvo algunas excepciones, una enfermera que ya trabaja a jornada completa no puede ejercer en ningún otro lugar. “Si se adoptase esta medida sería posible paliar, al menos en parte, esta escasez de enfermeras, evitando, además, la competencia en la captación de profesionales”, añade Pérez Raya.
El consejero de Sanidad de la comunidad de Madrid, Enrique Ruiz Escudero, ha anunciado este lunes en una entrevista en Antena 3 que, una vez que se reabra el hospital de Ifema para reforzar el sistema sanitario madrileño, no se harán nuevas contrataciones, sino que se buscarán voluntarios contratados en otros hospitales para trasladarlos. “Esto es una temeridad, es desvestir un santo para vestir otro”, señala Julián Ezquerra, quién considera que se trataría de desmantelar servicios en los que los profesionales son necesarios, algo que ya se hizo en primavera, cuando se cerraron algunos centros de salud para reforzar el hospital temporal de Ifema.
La escasez de profesionales cualificados está llevando a buscar alternativas. María Bodí, coordinadora del Grupo de Trabajo de Planificación, Organización y Gestión de la Sociedad Española de Medicina Intensiva, explica que las UCI ya están notando la presión, puesto que además de todos los pacientes de covid, en la mayor parte de los casos siguen prestando la atención regular (aunque en algunos hospitales ya se han desprogramado operaciones no urgentes para no saturarlas). “Por mucho que se aumenten las camas, los respiradores, son necesarios médicos y enfermeras que las atiendan”, subraya. En una especialidad particularmente compleja, reclama más plazas, pero busca también una solución más rápida. En octubre su sociedad, de la mano de la Unión Europea, pondrán en marcha unos cursos de formación de tres meses para capacitar a sanitarios y que puedan echar una mano en las UCI ante lo que se avecina como un invierno complicado —si es que no lo es ya el otoño— en estas unidades. Durante la primera ola ya se echó mano de otros colegas (anestesistas, neumólogos…) para apoyar a los críticos. “Entonces prácticamente todo el personal de un hospital estaba volcado con la covid, lo ideal es que eso no vuelva a suceder y podamos seguir atendiendo a otras patologías”, subraya Bodí.
Este trabajo extra también se está reflejando en el estado de ánimo de los profesionales. A lo largo de la pandemia, varias encuestas han reflejado hasta qué punto están muchos sanitarios sobrepasados por la carga de trabajo. La última la ha publicado este lunes la Sociedad Española de Medicina Interna, cuyos facultativos han atendido, según sus datos, al 80% de pacientes covid hospitalizados no críticos. El 86,8% de los consultados dice haberse se ha sentido preocupado por la posibilidad de infectar a familiares en la pandemia y el 29,8% ha tenido que separarse de sus convivientes habituales. Casi el 40,1% de los internistas participantes presenta signos del síndrome de burnout (están quemados por su trabajo) y el 58,3% muestra cansancio emocional elevado.
Fuente: El País