La ciencia ha demostrado ya que las mascarillas son fundamentales para evitar la propagación del coronavirus, si bien no todas confieren los mismos niveles de protección. La mascarilla ideal es aquella capaz de bloquear las gotas respiratorias que provienen de la tos o los estornudos, la manera más habitual por la que las personas transmiten el coronavirus, así como también aquellas partículas más pequeñas que se encuentran en el aire y que se producen al hablar o exhalar.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda mascarillas médicas (tanto quirúrgicas como FFP2) para los profesionales de la salud, personas mayores, personas con afecciones importantes y aquellas que hayan dado positivo o muestren síntomas. Las que, por el contrario, estén sanas, deben usar una mascarilla de tela de al menos tres capas, apunta la OMS.
Según informa Science Alert, un grupo de científicos lleva varios meses evaluando los materiales de mascarillas más efectivos para luchar contra el coronavirus. Estos son los resultados, de mayor a menor protección:
Estas son las más efectivas a la hora de protegerse de las partículas virales. Por este motivo se recomiendan principalmente para los trabajadores sanitarios, ya que ambas se sellan alrededor de la nariz y la boca de modo que las partículas no pueden pasar, y contienen fibras enredadas que filtran los patógenos que pueda transportar el aire.
Según un reciente estudio publicado en el Journal of Hospital Infection, que analizó más de 10 tipos de mascarillas en función de su capacidad para filtrar partículas de coronavirus, las N99 lograron reducir el riesgo de infección de una persona en un94-99% tras 20 minutos de exposición en un ambiente altamente contaminado. Las N95, por su parte, ofrecieron casi la misma protección. Otro estudio también determinó que las N95 ofrecían una mayor protección frente a las mascarillas quirúrgicas.
Las mascarillas quirúrgicas desechables son la segunda opción más segura para los profesionales sanitarios que no tengan acceso a una mascarilla N99 o N95 al estar fabricadas con un material no tejido.
Un estudio del pasado mes de abril demostró que este tipo de mascarillas pudieron reducir la transmisión de múltiples coronavirus humanos —en aquella investigación no se incluyó el SARS-CoV-2— e impedir el paso de gotas respiratorias y aerosoles más pequeños. Según otro estudio anterior, de 2013, las mascarillas quirúrgicas son tres veces más efectivas para bloquear las partículas víricas transportadas por el aire (aerosoles) que las mascarillas faciales caseras, de ahí que los profesionales sanitarios deban tener preferencia en su acceso, tal y como sostiene la OMS.
Investigadores del Reino Unido sostienen que este tipo de mascarillas son la opción casera más segura. En un estudio preliminar, todavía no revisado, han determinado que las mascarillas que combinan dos capas de algodón de 600 hilos con otro material como seda, gasa o franela, son capaces de filtrar más del 80% de las partículas pequeñas y más del 90% de las más grandes. La mejor combinación la ofrecen el algodón y la gasa, seguida del algodón y la franela, el algodón y la seda y por último cuatro capas de seda natural.
Por otro lado, la misma investigación apunta que dos capas de algodón de 600 hilos o dos capas de gasa podrían ser mejores que una mascarilla quirúrgica para filtrar partículas pequeñas. La OMS, por su parte, recomienda que las mascarillas de tela tengan, al menos, tres capas: una interna, una entermedia para filtrar y una externa hecha de un material no absorbente como el poliéster.
Por su parte, el material con el que están hechas las bolsas de la aspiradora (o bien los filtros de aspiradora insertados dentro de una mascarilla de tela), pueden reducir el riesgo de infección en un 83% tras 30 segundos de exposición al coronavirus y en un 58% despué de 20 minutos expuestos en un ambiente altamente contaminado, según el reciente estudio de Journal of Hospital Infection.
Según los investigadores, este material es casi tan bueno para filtrar los aerosoles como las mascarillas quirúrgicas, y podrían ser una protección suficiente para frenar los brotes.
Según el mismo estudio de Journal of Hospital Infection, tanto los paños de cocina como las fundas de almohada antimicrobianas son las mejores alternativas a las bolsas o los filtros de las aspiradoras. No obstante, según los investigadores, los paños de cocina deben estar bien tejidos para proteger adecuadamente, y las fundas de almohada deben ser preferiblemente antimicrobianas (hechas con satén, seda o bambú) antes que de algodón estándar.
Según los investigadores del Reino Unido, una sola capa de algodón de 80 hilos es uno de los materiales menos efectivos a la hora de impedir el paso de partículas de coronavirus. Las bufandas y las camisetas de algodón redujeron el riesgo de infección en un 44% tras 30 segundos de exposición al virus, mientras que después de 20 minutos de exposición, ese riesgo de contagio bajó a un 24%.
En este caso, la investigación que publica Journal of Hospital Infection indica que las personas que utilizaban mascarillas de algodón tenían un 54% menos de probabilidades de infección que aquellas que no usaban macarillas. Las que las utilizaban de papel, en cambio, el porcentaje de posibilidades de contagiarse era de un 39% frente a aquellos que no empleaban mascarillas de ningún tipo. La explicación es que las de papel son mascarillas más delgadas, por lo que confieren menos protección frente al virus.
Fuente: 20 Minutos