Varias personas esperan en un semáforo en la calle Bailen de Madrid. SAMUEL SÁNCHEZ
El uso de mascarillas será obligatorio más allá del transporte público. Varias comunidades autónomas llevaban tiempo reclamando la ampliación de esta medida y el Ministerio de Sanidad comenzó a estudiarlo esta semana, como adelantó EL PAÍS. Su titular, Salvador Illa, ha anunciado este domingo que, ante la unanimidad entre los gobiernos regionales, en los próximos días se publicará una orden que lo materialice, aunque no ha aclarado más detalles.
Es una de las decisiones que ha adelantado tras la conferencia de presidentes que se realiza cada domingo. La otra ha sido un paquete de medidas en la España rural. “Las de los núcleos de menos de 5.000 habitantes van a ser extendidas a aquellos a menos de 10.000”, ha dicho Illa. A falta también de más concreción sobre estos cambios, el más inminente supone eliminar los horarios para hacer actividad física en estos territorios, algo que sucederá independientemente de la fase en la que se encuentren.
En España hay 7.372 municipios de hasta 10.000 habitantes, el 90% del total de 8.131 que existen en el país. Sin embargo, en esas localidades solo vive el 20,1% de la población española, según los datos del Instituto Nacional de Estadística.
Sanidad, que se quedará desde la próxima prórroga como único ministerio con mando único, va así ajustando medidas según progresa la epidemia y van publicándose datos cada vez más esperanzadores. Como anunciaron sus responsables, será un avance con prueba y error, sujeto a constantes revisiones.
La de las mascarillas ha sido una de las medidas que más variaciones ha sufrido desde que comenzó la crisis sanitaria. Mientras al principio las autoridades no aconsejaban llevarlas a personas sin síntomas y la tachaban de “innecesaria”, incluso “contraproducente”, poco después se recomendaron, cuando el Centro Europeo de Control de Enfermedades cambió sus criterios respecto a la capacidad para evitar la propagación del coronavirus. Unas semanas después se hizo obligatoria en los transportes públicos y, en los “próximos días”, como ha anunciado Illa, esta imposición se ampliará a más lugares públicos.
Hasta ahora, su uso es “muy recomendable” en aquellos lugares donde no se pueda respetar la distancia de seguridad de dos metros. Es casi seguro que la obligatoriedad llegará a comercios y recintos públicos cerrados, pero queda la duda de saber si se hará extensiva también a las calles y a lugares de trabajo.
Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, reflexionaba esta misma semana sobre una posible ampliación de la obligatoriedad de las mascarillas: “No voy a pronunciarme a favor o en contra de la obligatoriedad. Ahora hay una muy alta recomendación para cualquiera que salga a la calle. La obligatoriedad [es] sobreactuar un poco, puede estar bien, pero tenemos que incidir quizás más en otros aspectos. La mejor mascarilla son dos metros de distancia”.
Simón advirtió de los problemas que el uso de la mascarilla les puede ocasionar a algunas personas: “No todo el mundo la puede usar de la misma manera, no todo el mundo la puede llevar de forma prolongada. A lo mejor no hay problemas si lo hacen unos minutos en el metro o el autobús, pero más tiempo puede generar problemas a quienes sufren ansiedad, EPOC o cualquier restricción respiratoria importante, también a los niños más pequeños”.
Las mascarillas que se recomiendan a la población en general son las higiénicas o las quirúrgicas, que más que proteger contra el coronavirus, lo que hacen es evitar que una persona contagie a los demás, siempre que se usen bien. Al principio de la pandemia se pensaba que las personas asintomáticas o sin síntomas tenían muy poca capacidad de transmitir la enfermedad, por lo que las recomendaciones de la mayoría de organismos internacionales eran reservarlas para personas con signos de la covid-19. Pero conforme fue transcurriendo el tiempo y se fue conociendo mejor al patógeno, se ha descubierto que en los días previos a los síntomas, o incluso sin llegar a desarrollarlos, un infectado puede ser un importante vector.
Fuente: El País