El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez (izquierda), junto a Pablo Casado, presidente del PP, se reúnen en el Congreso, este martes.
A la espera de quién será el primero en enviar al otro un mensaje para reanudar el diálogo. En esta tesitura se encuentra la vida política e institucional de España tras el fracaso absoluto de la reunión que este martes mantuvieron Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. Un encuentro que derivó en reproches y acusaciones mutuas de faltar a la verdad. El primero quiere hablar de programa y de cargos intermedios, pero Iglesias se mantiene en que no se podrá avanzar sin el compromiso de formar un Gobierno de coalición. Es más, Podemos barrunta que Sánchez quiere ir a elecciones. Si la división de la izquierda mantiene bloqueada la formación del Gobierno de España, otro tanto ocurre en la derecha, cuyo desencuentro aboca a una situación semejante en la Comunidad de Madrid.
La Comunidad madrileña vivirá este miércoles una escena insólita: un pleno de investidura sin nadie al que investir. A esta situación se ha llegado por la falta de acuerdo entre PP, Ciudadanos y Vox para pactar las líneas políticas que permitirían hacer a la popular Isabel Díaz Ayuso presidenta de la región. Ni siquiera la primera reunión formal entre las tres fuerzas políticas, celebrada este martes después de que Ciudadanos desistiese de su negativa a aparecer en la misma mesa que la formación de extrema derecha, logró desbloquear la situación. Sin ningún candidato con apoyos suficientes para ser investido, la sesión parlamentaria de hoy solo tiene un propósito: poner en marcha la cuenta atrás de dos meses que desembocaría en nuevas elecciones en caso de que persistiese la falta de acuerdo.
La evidencia del bloqueo en Madrid llega un día después de que un panorama semejante se dibujase en las negociaciones para investir presidente del Gobierno en el Congreso de los Diputados. “Les hemos ofrecido de todo, pero solo les importa tener puestos en el Gobierno”. “Constatamos que Sánchez no quiere negociar sino que intenta imponer un Gobierno de partido único”. La primera versión es de La Moncloa tras la reunión que este martes mantuvo el líder del PSOE, Pedro Sánchez, con el secretario general de Podemos, Pablo Iglesias. Este último informó además de que Sánchez no se dará una segunda oportunidad: si no resultase investido presidente en la sesión convocada a partir del próximo día 22, no volvería a intentarlo y dejaría que se cumplan los plazos para ir a elecciones el próximo 10 de noviembre
No es una novedad. Esa advertencia la formuló Sánchez desde el primer momento aunque Iglesias lo tomó como un elemento de presión negociadora que no se atrevería a cumplir. Pero los socialistas insisten en que es real. Lejos de todo pronóstico que pudiera hacerse tras las elecciones del 28 de abril, España vuelve a estar políticamente bloqueada sin que ahora mismo se vislumbre el menor atisbo de acercamiento entre PSOE y Podemos. Y la vía de la abstención de Ciudadanos y del PP también continúa taponada.
En la derecha, de cuyos pactos dependen las comunidades de Madrid y Murcia, la situación no es mucho mejor. Las conversaciones para formar Gobierno en ambas autonomías, donde el PP pretende retener las presidencias, en coalición con Ciudadanos y con la colaboración imprescindible de Vox, permanecen en punto muerto. “No somos el bastón de nadie; si no hablan con nosotros, si no nos reconocen, no vamos a dar nuestro apoyo”, señalan fuentes de Vox con relación a la crisis en ambas comunidades ante la negativa de Cs a reconocer como interlocutor al partido de Santiago Abascal y hacerle copartícipe de los programas de Gobierno. De persistir las posiciones políticas actuales, Madrid y Murcia también estarían abocadas a elecciones. En esta última comunidad, Ciudadanos también ha accedido a celebrar hoy una reunión con PP y Vox en busca de una salida, tras la primera investidura frustrada del candidato popular, Fernando López Miras.
Todos los partidos son conscientes del peligro que corren con nuevos comicios, aunque unos asumirían más riesgos que otros. Pero aun así el PSOE asegura que prefiere llamar de nuevo a las urnas antes de renunciar a su convencimiento de que ni Iglesias ni nadie de la dirección de Podemos debe entrar en su Gobierno. Tampoco a Vox le preocupa en exceso que se le acuse de provocar elecciones en Madrid y Murcia. Lo primero, aseguran destacados miembros de su dirección, es hacerse respetar.
Con este panorama, la mayoría de actores políticos admite que no hay lealtad, sinceridad ni confianza por ninguna parte. El paradigma de esta situación se vivió este martes entre Sánchez e Iglesias. La Moncloa divulgó que el líder de Unidas Podemos había sugerido al presidente en funciones que un Gobierno de coalición pasaría por su nombramiento como vicepresidente. Iglesias lo negó tajantemente. En ambas partes se reconoce, eso sí, que la confianza está rota y que empezó a resquebrajarse después de las elecciones municipales, autonómicas y europeas del 26 de mayo. En esos comicios, Unidas Podemos perdió fuerza respecto a las generales y, en paralelo, los socialistas cerraron herméticamente la puerta a hablar de un Gobierno de coalición. Sánchez sostiene que dar ministerios a Iglesias sería crear dos gobiernos.
Unos y otros saben que este diálogo imposible conduce inexorablemente a elecciones. Desde el martes, y tras la reunión estrepitosamente fallida, ambas partes pusieron en marcha sus respectivos argumentarios para colocar en el otro la responsabilidad de que el bloqueo acabe en una nueva convocatoria electoral. Es decir, quién sería el culpable de que los españoles volviesen a las urnas por segunda vez en menos de siete meses y por cuarta en cuatro años, si es que, finalmente, hubiese nuevos comicios en noviembre. Los socialistas sostienen que su postura es flexible, ya que están dispuestos a incluir en el Ejecutivo a independientes sugeridos por Iglesias. Y mantienen en pie la oferta para que dirigentes de Unidas Podemos ocupen puestos relevantes en la Administración, siempre que no impliquen un asiento en el Consejo de Ministros.
Tanto Sánchez como Iglesias son conscientes de que ellos dos constituyen el eje de la única mayoría parlamentaria que puede evitar elecciones, aunque el primero no ceja en solicitar al PP y a Ciudadanos que le permitan gobernar. Este martes se lo pidió al presidente del PP, Pablo Casado, de nuevo sin ningún éxito.
No lo hará directamente con Albert Rivera, quien ha rechazado acudir a la llamada de Sánchez. A esta y a cuantas le pueda hacer. El líder de Ciudadanos tampoco tiene la menor intención de atender la llamada del líder de Vox, Santiago Abascal, para que junto a Pablo Casado, desate los nudos que mantienen en el aire los gobiernos de Madrid y Murcia. Con tanto desencuentro, en el horizonte empieza a vislumbrarse un imprevisto otoño electoral.
Fuente: El País