El presidente español, Pedro Sánchez, con el francés, Emmanuel Macron, y el primer ministro portugués, António Costa, en una reunión previa a la cumbre europea.
La cumbre europea celebrada este jueves en Bruselas para designar al aspirante a presidir la Comisión Europea no ha logrado pactar ningún nombre, pero ha dejado prácticamente descartados a los tres candidatos oficiales que había sobre la mesa. El conservador Manfred Weber, el socialista Frans Timmermans y la liberal Margrethe Vestager no alcanzaron la mayoría necesaria en el Consejo Europeo para someterse a un proceso de investidura en el Parlamento Europeo. El resultado de la cumbre abre la vía para que surjan terceros nombres, y pone en peligro el sistema de elección estrenado en 2014 (el llamado spitzenkandidat), que permitía a los partidos políticos obligar al Consejo Europeo a elegir entre alguno de sus candidatos.
"Ninguno de los tres ha logrado la mayoría suficiente", señaló el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, al término de una reunión de más de cuatro horas. Tusk convocó inmediatamente otra cumbre para el 30 de junio y hasta entonces tanto Consejo como Parlamento intentarán consensuar un nombre que suscite la mayoría necesaria en ambos foros.
La parte de la cumbre sobre nombramientos arrancó a las 9.45 de la noche, tras un primer conciliábulo entre Tusk, la canciller alemana, Angela Merkel, el presidente francés, Emmanuel Macron, y el presidente en funciones del Gobierno español, Pedro Sánchez. Tras ese contacto de los representantes de las tres grandes familias (conservadores, liberales y socialistas, respectivamente), la reunión de los 28 se prolongó durante cuatro horas. A puerta cerrada. Sin asesores en la sala. Con la señal de móvil bloqueada para evitar comunicación y filtraciones con el exterior. Y con un baño de sangre política que dejó prácticamente sin posibilidades a los tres aspirantes más destacados hasta ahora para presidir la Comisión.
En teoría, Weber, Timmermans o Vestager todavía podrían reincorporarse a la carrera. Pero muchas delegaciones consideran improbable que puedan lograrlo. La más tajante fue la francesa. "Los nombres de los tres spitzenkandidat han sido descartados, Tusk considera que no hay mayoría sobre ninguno de ellos", zanjó el presidente francés, Emmanuel Macron.
Macron se opuso desde el principio al sistema de los spitzenkandidat, y su familia política, la liberal, se negó a designar un candidato principal, aunque Vestager se incorporó a la carrera de manera oficiosa. El francés canta victoria tras la cumbre de este jueves, pero algunos países y, sobre todo, el Parlamento Europeo, pugnan todavía por salvar el sistema de los spitzenkandidat aunque sea a costa de permitir que en esta ocasión se elija una alternativa.
"Estoy convencido de que el proceso de los spitzenkandidat no ha llegado a su final, pero lo veremos cuando se haga la autopsia", pronosticó el presidente saliente de la Comisión, Jean-Claude Juncker, en la rueda de prensa posterior a la cumbre. Con su sorna habitual, Juncker mostró "satisfacción y regocijo por ver lo difícil que es sustituirme".
Tras el bloqueo, las negociaciones se intensificarán en los próximos días, tanto entre los Gobiernos como entre Tusk y los líderes del Parlamento Europeo. El nombre definitivo podría surgir en un lugar tan remoto como la ciudad japonesa de Osaka, donde los principales líderes de la UE asisten a la reunión del G-20 el 28 y 29 de junio. Al día siguiente, una nueva cumbre en Bruselas podría designar al sucesor de Juncker y resolver también los otros cargos pendientes: presidencia del Banco Central Europeo, del Consejo Europeo y del Alto Representante de Política Exterior. Dos días después, el 2 de julio, el Parlamento Europeo elegirá también su presidente, lo que completaría la nueva cúpula comunitaria a tiempo para la nueva legislatura.
Ninguna fuente se atreve a aventurar, sin embargo, el desenlace definitivo ni descarta una grave crisis institucional si el Parlamento Europeo se niega a aceptar los posibles candidatos alternativos para la Comisión. Los nombres barajados hasta ahora incluían desde el francés Michel Barnier, negociador del Brexit, al primer ministro croata, Andrej Plenkovic, o el primer ministro irlandés, Leo Varadkar. Pero es muy probable que surjan otras posibilidades durante un regateo de más de 10 días por delante.
El bloqueo, anunciado por Tusk al filo de las dos de la mañana del viernes, se fue fraguando durante toda la jornada del jueves. Las negociaciones a tres bandas entre conservadores, socialistas y liberales para repartirse los cargos europeos pendientes de renovación se retomaron en Bruselas a primera hora en un desesperado y fallido intento por desbloquear los nombramientos antes de la cumbre que arrancaba a las tres de la tarde.
La reunión a las ocho de la mañana entre los presidentes de Gobierno de España y Portugal (por los socialistas), Croacia y Letonia (por el Partido Popular Europeo) y Holanda y Bélgica (por los liberales) solo confirmaba la resistencia de los conservadores a ceder la presidencia de la Comisión Europea y su disposición a afrontar el choque con Macron.
El Partido Popular Europeo cerraba filas para defender su derecho a presidir la Comisión Europea tras haber ganado las elecciones europeas del pasado 26 de mayo. Y se negaba a prescindir de su candidato oficial, el alemán Manfred Weber, y sustituirlo por otro conservador como han llegado a sugerirle desde el bando de socialistas y liberales.
Las posiciones se anunciaban tan alejadas que la canciller alemana, Angela Merkel, no descartaba que la cumbre de jueves y viernes no lograse ningún acuerdo sobre la cúpula comunitaria, como así ocurrió finalmente. "A la vista de las dificultades que hay, es posible que no podamos plantearle todavía una propuesta al Parlamento sobre la presidencia de la Comisión", advertía Merkel a su llegada a la cumbre.
Los ánimos, a solo unos minutos de que arrancase la cumbre europea en Bruselas (a las tres de la tarde), se percibían encendidos, y entre los conservadores se aprecia una cierta indignación ante una escalada del enfrentamiento de la que culpan al presidente francés, Emmanuel Macron.
El francés, en nombre de los liberales, y Pedro Sánchez, al frente de los socialistas, exigen un cambio en la cúpula de la Comisión tras 15 años de presidencias conservadoras. Pero no disponen de mayoría suficiente, ni en el Consejo ni en el Parlamento Europeo, para forzar la alternativa.
Los socialistas parecen haber suavizado sus reclamaciones y se mostrarían dispuestos a aceptar un presidente conservador, siempre y cuando no fuera Weber. La carambola podría dar a los socialistas varios de los otros puestos, incluido el de Alto Representante de Política Exterior, con España como favorita para hacerse con el cargo. Pero Macron mantuvo el pulso, más interesado en acabar con el sistema del spitzenkandidat que en la propia figura del presidente. Fuentes comunitarias apuntaban el temor a que el francés pueda "provocar un choque que desencadene una crisis institucional durante todo el verano".
La insistencia de Macron enconaba los ánimos del PPE, cuyos principales dirigentes celebraron una cena de trabajo en Bruselas en la noche del miércoles. La consigna pactada durante el encuentro, según fuentes conservadoras, fue la de "cerrar filas frente a Macron". Y las mismas fuentes aseguran que la unidad del partido se mantendrá inquebrantable tanto en el Consejo Europeo, donde cuentan con siete presidencias de Gobiernos, incluida la canciller alemana Angela Merkel, como en el Parlamento, donde ocuparán 182 escaños (frente a 153 de los socialistas y 108 de los liberales).
"Macron disfraza de interés europeo una ofensiva que solo responde a intereses nacionales y en la cumbre europea los líderes del PPE le van a dejar claro que ya basta", se quejaban fuentes conservadoras.
Entre las vías para esquivar una grave crisis institucional se apuntaba la de eliminar a los dos máximos aspirantes sobre la mesa, Weber y el socialista Frans Timmermans. Pero esa decisión supondría ignorar al proceso de selección conocido con el término alemán de spitzenkandidat, un sistema impulsado en 2014 por el Parlamento Europeo que reserva la presidencia de la Comisión a los candidatos elegidos por los diferentes partidos políticos.
La delegación española, una de las partidarias de mantener el sistema de elección estrenado en 2014, reconocía que "si se llega a una situtación de bloqueo, seremos realistas y habrá que buscar alternativas".
Fuentes comunitarias también subrayaban que "a diferencia de hace cinco años, el Parlamento Europeo está muy dividido sobre el sistema del spitzenkandidat". Esa fractura, mucho más evidente entre los socialistas que entre los populares, podría abrir el camino para sortear un sistema que ha sido rechazado abiertamente por Macron y sus aliados liberales.
Los conservadores se resisten a dar ese paso y advierten que, si llega a producirse, serán Macron y Sánchez los que tengan que explicar por qué se aniquila un sistema que, por primera vez en la historia, vinculaba la elección del presidente de la Comisión a un proceso abierto y democrático.
Las reuniones de cada grupo político cavaban aún más las trincheras. Macron, Sánchez y el primer ministro portugués, el socialista António Costa, mantenían la alianza de socialistas y liberales de cara a la primera noche de cuchillos largos que se espera este jueves.
Los conservadores, por su parte, insistieron en su numantina defensa de la presidencia de la Comisión, que ocupan desde 2004. El líder de los populares españoles, Pablo Casado, incluso reclamó también la presidencia del Parlamento Europeo para su formación "porque es una institución importante para España y algunos de los partidos de los que se habla [para presidirlo] no han tenido una posición tan firme con el independentismo". Casado parece aludir a la fórmula barajada que podría dividir la presidencia del Parlamento en dos mandatos (de dos años y medio cada uno) y conceder uno de ellos a un representante de los Verdes.
Fuente: El País