Uno de los indicadores que ha marcado la recuperación del mercado laboral ha sido el constante descenso de los expedientes de regulación de empleo (ERE), ya fueran despidos colectivos o suspensiones temporales de empleo y recortes de jornada. Sin embargo, ya el año pasado se interrumpió esta senda de descensos consecutivos de los ERE desde 2009, y los trabajadores afectados por uno de estos ajustes crecieron casi un 27% en 2018, hasta 72.896 empleados.
Este indicador de la marcha de la economía, lejos de mejorar, ha empeorado en el primer trimestre del año. El número de afectados ha crecido un 64% hasta los 24.372 empleados. Pero, todo este aumento obedece a que, en el arranque del año, se han disparado las suspensiones temporales de empleo (ERTE) por su uso recurrente en la industria.
Entre enero y marzo, hubo 19.500 trabajadores afectados por uno de estos ajustes temporales, lo que supuso un fuerte aumento del 149% respecto al mismo periodo del año pasado. De todos ellos, 15.958 trabajaban para la industria, que ha multiplicado por tres los afectados en comparación con el primer trimestre de 2018, (5.062 empleados).
La inmensa mayoría de estos ERTE se producen en la industria de fabricación del automóvil, donde hubo 12.653 trabajadores con su empleo suspendido de forma temporal. En estos procesos, la empresa y los representantes de los trabajadores pactan que una parte o todos sus empleados faltan al trabajo una serie de días y su sueldo y resto de costes se ve reducido en la misma proporción. El sueldo de esos días que los trabajadores están en ERTE corre a cargo de su prestación por desempleo, si así lo acuerdan.
En el motor, los ERTE son una práctica habitual para ajustar su actividad. De hecho, en el 70% de trabajadores inmersos en uno de estos ajustes entre enero y marzo, sus empresas argumentaron “causas de producción” para hacer esta suspensión de empleo.
Fuentes de la industria automovilística explican que el aumento de los ERTE refleja la incertidumbre y la desaceleración de los mercados europeos y turco; la guerra comercial entre Estados Unidos y China y el cambio de modelos en algunas fábricas ubicadas en España.
Por su parte, desde la patronal del motor (Anfac) defienden estos ajustes, “que han permitido mantener las plantillas y aumentar la actividad hasta recuperar los niveles de empleo precrisis”. Y destacan que son posibles por las buenas relaciones entre las empresas y los sindicatos.
Pero el motor no es el único sector que usa estos ajustes. En el sector servicios suspendieron temporalmente el empleo de casi 3.000 trabajadores en el primer trimestre. Fundamentalmente en compañías hoteleras y en las de servicios (limpieza, seguridad, administración) y las de trabajos de mantenimiento de edificios y jardines.
Las empresas de más de 5.000 trabajadores fueron las que más recurrieron a las suspensiones temporales de empleo, ya que concentraron a uno de cada tres trabajadores afectados. Y la Comunidad Valenciana fue la más afectada (11.736 trabajadores en ERTE) por el impacto del ajuste temporal en la fábrica de Ford en Almussafes que, según se supo la semana pasada, se prolongará durante la segunda mitad del año.
Por el contrario, los otros dos tipos de ajustes de empleo: los despidos colectivos y las reducciones de jornada, sí siguieron disminuyendo en 2018 y en el primer trimestre de este año.
Concretamente, entre enero y marzo hubo 4.221 despedidos, un 24% menos que en el mismo periodo del año anterior. Mientras que también se registraron 651 empleados con recortes forzosos de jornada y sueldo, un 55% menos.
Las cúpulas empresariales y sindicales incluyeron en el Acuerdo de Negociación Colectiva 2018-2020 una petición conjunta al Gobierno para que subvencionará los expedientes de regulación de empleo temporal y evitar así despidos. De esta forma, reclamaron “una nueva medida” en forma de prestación que compensara el recorte salarial del trabajador inmerso en un ERTE y al tiempo, le financiara formación en los días que no acudiera a trabajar por el ajuste.
Fuente: Cinco Días