La edad se acaba convirtiendo casi siempre en el principal criterio cuando las empresas quieren ahorrar en costes de personal y despedir, aunque el criterio en cuestión no tenga, en el fondo, nada que ver con las causan que motivan la extinción. Ajustar plantillas vuelve a ser la salida que buscan las compañías para ahorrar costes laborales y con ello ganar competitividad, lo mismo que ocurrió en los años de crisis. La diferencia es que ahora las regulaciones de empleo se hacen en plena recuperación de la economía, aunque en un contexto de fuerte incertidumbre política... y con la Seguridad Social inmersa en la mayor crisis de su historia. En un momento en el que la edad de retiro avanza hacia 67 años y urge encontrar fondos adicionales con los que pagar las pensiones, las empresas aceleran la jubilación.
El año no pudo empezar peor para el mercado de trabajo. El fantasma de las regulaciones de empleo volvió a sobrevolar la economía española y amedrentar a unas plantillas que se recuperan a duras penas de los estragos de la crisis. Grandes empresas como Vodafone, Cemex, Alcoa anunciaron que prescindirían de trabajadores. El mismo camino siguieron compañías como Vestas o La Naval. Y en la parrilla de salida estaban Caixabank y Banco Santander, que anunciaron que ajustarían su empleo. Y ya lo han hecho.
Banco Santander quiere despedir a 3.713 empleados a través de un ERE y Caixabank prescindirá de 2.023 trabajadores. Antes empresas como Dia, Nissan, Bayer y Supersol siguieron el mismo camino.
El sector financiero vuelve a ser el abanderado de las extinciones de empleo. Los excesos del sector en los años de bonanza, una política monetaria tóxica para el negocio y el cambio de paradigma derivado de la digitalización se tradujeron en despidos masivos en banca desde el estallido de la crisis. Si a las extinciones realizadas se suman los procesos de reestructuración puestos ya en marcha Banco Santander y Caixabank el número despidos en el sector supera ya los 95.000 trabajadores. Y los mayores de 50 años vuelven a ser lo primeros en sufrir las consecuencias.
La entidad presidida por Ana Botín ha propuesto a la plantilla un plan de prejubilaciones desde los 55 hasta los 62 años con el 65% o el 70% del salario bruto anual según la edad, mientras que los mayores de 62 años recibirían una indemnización de 20 días por año trabajado y plantea también un plan de bajas para menores de 55 años. En el caso de Caixabank quienes tienen 54 o más años recibirán el 57% de su salario hasta los 63 años, así como el correspondiente convenio de la Seguridad Social hasta esa edad, y una prima de entre 18.000 euros y 28.000 euros. Los que tienen 52 o 53 años recibirán el mismo porcentaje del salario durante ocho anualidades, una prima de 38.000 euros y el abono de las cotizaciones hasta los 63 años. Y los voluntarios menores de 52 recibirán 45 días por año y una prima de entre 13.000 y 23.000 euros.
Los ERE vuelven a ser ahora la fórmula elegida tras años de aplicar formas «amables», voluntarias y pactadas que afectaron a los trabajadores de más edad. La empresa corría con las indemnizaciones y el Estado con el pago de las prestaciones por desempleo hasta que en 2011, en plena sangría del empleo, el Gobierno decidió penalizar a las empresas con beneficios. Cambio la normativa después de que Telefónica despidiera a 6.500 trabajadores, el 20% del total de la plantilla, con 10.000 millones de ganancia.
Por el impacto social que tienen estas extinciones los gobiernos intentan proteger a los afectados. El pasado febrero la Seguridad Social aprobó una orden ministerial que reforzó la obligación de las empresas de suscribir y pagar los convenios especiales con la Seguridad Social en los despidos colectivos. El objetivo de estos acuerdos es que las compañías complementen realmente -en la práctica no lo hacen- las cotizaciones de los mayores de 55 años hasta la edad de jubilación anticipada, con el fin de que no pierdan una cuantía sustancial de la pensión posterior. Es decir, hasta los 61 años cuando el despido colectivo sea por causas económicas e involuntaria, o 63 años, por otras razones. A partir de este momento, los afectados deberán abonar las aportaciones a la Seguridad Social hasta la fecha en la que accedan a la jubilación. Con esta medida, la Seguridad Social espera aumentar un 10% el número de convenios hasta elevar la recaudación por cotizaciones sociales en unos 7,5 millones de euros. Ingresos que el sistema recibirá con los brazos abiertos, teniendo en cuenta que tiene un déficit superior a los 18.000 millones.
Pero... ¿qué lleva a las empresas a prescindir de los trabajadores de más edad? El profesor del IESE, José Ramón Pin, recuerda que los mayores de 50 tienen sueldos más elevados que los que perciben las promociones posteriores y «aunque pueden ser más productivos por la experiencia acumulada, esa experiencia puede ser su desventaja al cambiar la forma de trabajar por la incorporación de las nuevas tecnologías. Eso exige adaptación al cambio; el mito es que a esas edades es más difícil, aunque —apunta— no tiene por que ser verdad».
«En la gran empresa a partir de los 50 años o eres de los que despiden o eres despedido», afirma Pin, para el que el «edadismo» (discriminación por edad) debería «ser penado por la ley, lo mismo que la discriminación por raza o género». Explica que, además, sus salidas hacen más difícil la recolocación, con lo que «la sociedad incurre en gastos de subsidios de desempleo, de ayuda psicológica o clínica. Se pierde mucha sabiduría acumulada y se desperdicia su experiencia».
En todo caso, recomienda al profesional que sea consciente de que cuando se acerque a esa edad debe planificar su carrera profesional, reciclándose, buscando otra profesión, emprendiendo, trabajando como autónomo o dedicándose a la enseñanza. «La planificación de las finanzas personales es un tema a tener muy en cuenta», concluye.
Fuente: ABC