Los avisos de que las incertidumbres políticas podían afectar la marcha de las grandes economías europeas acabaron por cumplirse. La guerra comercial, la inestabilidad social y las tensiones políticas dentro de la UE arañaron cinco décimas de crecimiento en 2018 a los países de la zona euro, que avanzaron un 1,8%. La Comisión Europea no espera que todavía se despejen esas dudas ni sus efectos para este año del Producto Interior Bruto (PIB). Bruselas ha rebajado la previsión de crecimiento de la zona euro del 1,9% al 1,3%, arrastrado sobre todo por el deterioro de Alemania e Italia, quedará prácticamente estancada con un exiguo avance del 0,2%. España se desmarca de la debacle y crecerá un 2,1%, solo una décima menos de lo que contemplaban las previsiones publicadas hace tres meses.
La situación económica en Europa sigue deteriorándose previsión tras previsión. Sobre la mesa no hay números rojos, pero sí la continuación de una desaceleración que viene dándose desde el año pasado a causa de una “combinación de factores internos y externos”, según las Previsiones Económicas Europeas de invierno elaboradas por la Comisión.
De fuera siguen llegando los efectos de las múltiples batallas comerciales emprendidas por Donald Trump, que podrían dar un paso más si este mes rechaza la invitación al diálogo de la Comisión y decide imponer aranceles a los automóviles europeos. Pero Europa también acusa del exterior la debilidad de las economías emergentes y la contracción de “la producción manufacturera global”, que debilitó el comercio mundial y afectó particularmente a la zona euro.
Los motivos del frenazo, no obstante, también hay que buscarlos dentro de la UE: la interrupción de la producción de automóviles en el tercer trimestre, que la Comisión constata que “solo se recuperó parcialmente”, las “tensiones sociales” –la crisis de los chalecos amarillos en Francia— y la “incertidumbre de la política fiscal en algunos Estados miembros”. Es decir, Italia. “En la segunda mitad de 2018 [la desaceleración] resultó ser más pronunciada de lo esperado”, concluye la Comisión.
Esa tendencia seguirá durante este año. Las grandes economías de la zona euro seguirán perdiendo décimas de crecimiento. Sobre todo Italia, que en diciembre entró en recesión. Si en invierno la Comisión todavía creía que las medidas expansivas del Ejecutivo de Giuseppe Conte podían tener un mínimo efecto sobre la economía italiana, esa ilusión ha desaparecido. Una anémica demanda interna e inversora y la incertidumbre política y “los costes de financiación crecientes” arrastrarán a Italia a un débil avance del 0,2% para este año y el 0,8% para el que viene.
Tampoco Alemania y Francia escapan a esa tendencia. La primera acusará el agotamiento de su industria manufacturera y las exportaciones, de modo que en lugar del 1,8% previsto para 2019 lo hará el 1,1%, mientras que el año que viene mejorará hasta el 1,7%. Francia también ve rebajadas, aunque menos, sus previsiones y crecerá el 1,3% en 2019 y el 1,5% en 2020, frente al 1,6% previsto para ambos años.
La gran economía europea que mejor aguantará el tirón es España. Lo demostró en el último trimestre con un avance del 0,7% del PIB. La Comisión también rebaja sus perspectivas para este año y para el que viene, pero apenas una décima. España sufrirá una desaceleración en el consumo privado, según la Comisión, lo cual llevará a una bajada de las importaciones. Sin embargo, las exportaciones seguirán creciendo en 2019 y 2020, manteniéndose como uno de los principales motores de la economía.
Fuente: El País