Susana Díaz, tras su comparecencia este domingo en Sevilla.
Andalucía vivió este domingo un vuelco histórico en su mapa político, dominado desde hace 36 años por el PSOE. La autonomía más poblada se inclinó a la derecha con un peso inédito además de una formación ultra como Vox. Aunque los socialistas ganan las elecciones, su pérdida de 14 escaños con respecto de 2015 convierte esa victoria en la más amarga para su líder, Susana Díaz, que se queda casi sin posibilidad de repetir gobierno. Sus 33 escaños, unidos a los 17 de Adelante Andalucía (la alianza de Podemos e IU) o a los 21 de Ciudadanos, quedan lejos de la mayoría absoluta (55). Los candidatos del PP, Juan Manuel Moreno (segundo con 26 diputados), y Ciudadanos, Juan Marín, ya se han postulado para la investidura. Ninguno desdeña el apoyo de los 12 escaños de Vox.
Susana Díaz adelantó las elecciones autonómicas —tocaba celebrarlas en marzo— para garantizar la estabilidad, confiada en unas encuestas que le otorgaban una victoria fácil. El resultado de este domingo en las urnas supone, en cambio, un terremoto político. La escasa participación (58,65%, casi cuatro puntos menos que en 2015), la irrupción de Vox y la subida de Ciudadanos han acabado con la hegemonía del socialismo y de la izquierda en la comunidad. Un tiempo nuevo se abre en Andalucía, con la novedad de la relevante presencia de un partido de extrema derecha por primera vez en España.
En la que probablemente fue la noche más triste de su trayectoria política, Díaz reconoció el retroceso de la izquierda y de su partido, pero trató de hacer valer su triunfo para echar un órdago a los partidos constitucionalistas e instarles a que demuestren si están dispuestos a pactar con la extrema derecha. “Hago un llamamiento a las fuerzas constitucionalistas: que lo demostremos parando a la extrema derecha en Andalucía. Yo, al menos, lo voy a intentar”, recalcó.
Pero los planes del PP y de Ciudadanos parecen ir por otro lado y sus respectivos candidatos ya se postularon anoche para presidir la Junta. Los populares han cosechado el segundo peor resultado de su historia en porcentaje de votos y caen en cuatro años de 33 a 26 escaños. Con todo, el no haber sido sobrepasados por Ciudadanos y poder incluso llegar a gobernar en la comunidad por primera vez permiten a Moreno apuntalar su cuestionado futuro, tras una errática campaña.
Juan Marín, el candidato de Ciudadanos, que pasa de 9 a 21 parlamentarios, deslizó durante su comparecencia que se sumará al PP y a la extrema derecha: “El cambio ha llegado a Andalucía. Hay diputados que suman para el cambio”. Palabras que ratificó después su líder nacional, Albert Rivera: “Vamos a echar al PSOE de la Junta”.
La baja participación, la menor desde 1990, especialmente acusada en feudos socialistas, como las provincias de Sevilla o Jaén o los municipios sevillanos de Alcalá de Guadaíra o Dos Hermanas, trastocó las expectativas del PSOE. Los socialistas pierden diputados en todas las circunscripciones, que van a parar a Ciudadanos y no a Adelante Andalucía. Síntoma de que el partido de Díaz no ha sido inmune a la erosión del poder es que se deja diputados —dos en cada una— en tres circunscripciones que habían respaldado al PSOE en todas las elecciones en democracia: Sevilla, Jaén y Cádiz —esta última se decantó en 2012 por el PP—. Su pérdida de 14 actas supone una debacle para un partido que ya partía con la expectativa de ceder escaños. Díaz prefería hablar de sumar apoyos, pero anoche cayó de los 1,4 millones de votos de 2015 a superar por muy poco el millón.
La oferta de la presidenta de la Junta en funciones para excluir del Gobierno a Vox se dirige especialmente a Ciudadanos, el partido que partía con más expectativas. Sus aspiraciones pasaban por superar al PP y convertirse en la segunda fuerza en Andalucía como primer paso para liderar el espacio de centroderecha en España. Ese sorpasso ha quedado lejos de consumarse, pero sus buenos resultados y el hecho de quedar en tercera posición otorgan a Ciudadanos un papel protagonista en el Parlamento regional, que permite además a Marín lanzar su candidatura a presidente.
Quien tampoco ha superado las expectativas ha sido la coalición Adelante Andalucía, que con 17 escaños ni siquiera repite los 20 que IU y Podemos sumaron por separado hace cuatro años. Su candidata, Teresa Rodríguez, había ganado el pulso frente al líder de Podemos, Pablo Iglesias, para garantizar su autonomía. Pero la confluencia, como ya ocurrió antes en España, no ha dado los resultados que esperaban. Ni siquiera se han beneficiado de los votos perdidos por el PSOE.
La entrada de Vox en la ecuación —pasa del 0,46% de los votos en 2015 a un 10,97%, un aumento espectacular que se traduce en diputados en las ocho provincias— con sus 12 escaños ha descolocado tanto el tablero político andaluz como el nacional. Con un discurso de fuerte componente nacionalista español y muy beligerante contra el feminismo, la extrema derecha irrumpe con una fuerza insólita en las instituciones españolas. Sus votos están en las grandes ciudades y en los pueblos del interior. “Y hemos venido para quedarnos”, proclamó su candidato, Francisco Serrano.
Fuente: El País