El Ejecutivo negocia una reforma en el sistema de Formación Profesional para facilitar la participación de las empresas y actualizar los contenidos, introduciendo nuevos cursos de robótica, ciberseguridad, 'big data' o impresión 3D.
Hace ya varias décadas que España sufre una extraña dualidad en su sistema educativo. Mientras que es el país de la Unión Europea con mayor tasa de abandono escolar temprano, es también uno de los que tiene un mayor porcentaje de universitarios, hasta el punto de que son difícilmente asumibles por el mercado laboral. La consecuencia de este doble fenómeno es que la Formación Profesional (FP) se ha convertido en la hermana pequeña del sistema, hasta el punto de que únicamente opta por ella un 12% de los jóvenes españoles, frente al 25% de media en los países de la OCDE.
Esta situación contrasta con las oportunidades profesionales que abren este tipo de titulaciones, pues en España los alumnos procedentes de ciclos formativos tienen un 74% de perspectivas de empleo frente al 63% de los estudiantes de universidad. A ello habría que sumar todos los puestos de trabajo que se cubren con graduados universitarios pese a que bastaría con profesionales de una cualificación inferior. Una situación que perjudica tanto a los jóvenes, quienes pasan varios años de más en el sistema educativo adquiriendo una formación que posteriormente no necesitan; y las empresas, que reciben trabajadores muy cualificados, pero poco adaptados a las necesidades reales de la empresa.
Para acabar con esta paradoja, el Gobierno está trabajando en un Plan Estratégico de Formación Profesional que permita acercar el modelo español a otros de éxito como Alemania, Suiza u Holanda; donde el desarrollo de este sistema ha permitido reducir a mínimos las tasas de desempleo juvenil. Este plan se está negociando actualmente con los agentes sociales -patronal y sindicatos- con el objetivo de culminarlo antes de finales de año.
El principal objetivo de este proyecto es otorgar prestigio a la Formación Profesional para que sea contemplada como una opción atractiva tanto por las empresas como por los jóvenes. Para ello, se están impulsando una serie de iniciativas encaminadas a cambiar el diseño del sistema, actualizando sus contenidos y favoreciendo la participación de las compañías.
La transformación digital está provocando una profunda y continua transformación en muchos de los oficios que tradicionalmente se asocian con la FP. Es por ello que, según anunció el pasado miércoles el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se van a modificar "al menos 12 titulaciones" con el objetivo de incorporar cursos específicos en materias como la robótica, la ciberseguridad, la realidad virtual, el big data o la impresión 3D.
Estas novedades en el contenido de los cursos son un reflejo del cambio más profundo que se quiere hacer en el sistema de diseño de las cualificaciones profesionales, a partir de las cuales se desarrollan los diferentes títulos. Hasta ahora, la incorporación de nuevas cualificaciones se realiza con "excesiva lentitud", tal como se reconoce en el propio borrador elaborado por el Gobierno, hasta el punto de que se tardan entre tres y cuatro años en su puesta a punto. El modelo a seguir sería el del País Vasco, donde la ministra Isabel Celaá fue consejera de Educación, y cuyos trámites apenas duran seis meses. No obstante, el primer objetivo del Gobierno es el de reducir este plazo a al menos un año.
Este cambio en el diseño de las cualificaciones incluirá también una mayor participación de los representantes del mundo empresarial, que según asegura el borrador del Gobierno, serán "la piedra angular del sistema".
La misma paradoja que se produce con la Formación Profesional dentro del conjunto del sistema educativo español se reproduce a menor escala con la FP Dual. En esta modalidad, donde tienen mucho más peso las prácticas en empresas, participan apenas un 3% del total de alumnos matriculados en Formación Profesional en España. Unas cifras que contrastan con las del entorno europeo, pues en Suiza o Alemania -que representa el gran caso de éxito de la FP Dual en Europa- hasta un 75% de los títulos de FPofrecidos pertenece a esta modalidad. Este bajo peso que tiene en España también contrasta con las mejores expectativas de inserción laboral que ofrece respecto a la modalidad tradicional, pues según un estudio elaborado por Fedea y JPMorgan a partir de los datos correspondientes a la Comunidad de Madrid, hasta un 21% de los alumnos que cursaron esta modalidad se quedaron en la empresa donde habían realizado las prácticas frente al 16% de aquellos que habían estudiado un grado de FP presencial.
Hace ya seis años que la FP Dual existe en España, pero hasta ahora no ha habido una apuesta decidida por ella desde los poderes públicos, hasta el punto de que su implantación se ha dejado al albur de las comunidades, que han desarrollado de forma autónoma sus propios cursos. El objetivo del Gobierno es unificar ahora el sistema mediante "una regulación normativa de la FP Dual a nivel estatal".
Nuevamente, el modelo de referencia es el del País Vasco -donde la propia ministra Celaá fue la encargada de introducir la FP Dual-, donde se ha conseguido la participación de más de 1.000 compañías y la tasa de inserción profesional roza el 90%.
Una de las cuestiones que todavía se están negociando es el peso que tendrán las prácticas en empresas. En España éstas representan actualmente cerca de una tercera parte del tiempo que el alumno pasa realizando el curso. El objetivo sería acercarse a las cifras de países como Alemania, Suiza u Holanda; donde el peso de las prácticas oscila entre el 66% y el 75%. No obstante, Educación puntualiza que "no se pueden trasponer directamente modelos de éxito, como el alemán" debido a las particularidades del sistema español.
La mayoría de empresas que hasta ahora han participado en el sistema de Formación Profesional son de tamaño grande y mediano. Por contra, las pymes han sido mucho menos activas debido, entre otros factores, a que muchas no conocen el sistema o que disponen de menos infraestructura para acoger a unos alumnos a los que hay que monitorizar. Esto es especialmente negativo para un país con un tejido empresarial tan atomizado como el de España, donde el peso de las pymes es mucho mayor que en el resto de Europa. Por ello el Gobierno quiere facilitar su incorporación "mediante la constitución de consorcios u otras fórmulas", que permitan una participación mayor de estas compañías.
La tantas veces mencionada brecha entre empresa y Universidad existe también hasta ahora en el caso de los centros de FP. "En los entornos de trabajo, las tecnologías se modifican enormemente, por lo que muchas veces las tecnologías empleadas por los profesores ya no se usan", explica José Moya Otero, exdirector de Formación Profesional en Canarias. Es por ello que el Gobierno prevé realizar cursos específicos de formación al profesorado, donde también habrá una mayor participación de las empresas. Especialmente las multinacionales, pues el Gobierno busca "ampliar la participación de profesores en proyectos de movilidad europea" con el objetivo de que acudan a los lugares "donde la tecnología o la prestación de servicios sean más avanzadas".
El propio Ministerio reconoce en el borrador del plan que "más del 50% de la población española no tiene una acreditación formal de sus competencias profesionales". "Esto no significa que no tengan ninguna competencia, sino que no las tienen acreditadas", clarifica. Lo que supone un obstáculo para, por ejemplo, realizar un curso de un nivel superior que les permita ampliar sus competencias. Es por ello que el Ejecutivo se compromete a "potenciar la evaluación y acreditación de las competencias profesionales adquiridas por la experiencia laboral y vías no formales de formación".
Fuente: Expansión