Nadia Calviño Santamaría
La pérdida de velocidad de la economía europea, a la que España parecía estar ganando el pulso mejorando las cifras de los países de nuestro entorno, ya arrastra a nuestro país. Así lo constató ayer la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) en su Índice Compuesto de Indicadores que trata de anticipar los cambios de ciclo en los próximo seis a nueve meses en las 34 mayores economías del planeta. El bajón de la actividad es norma en los principales países europeos, si bien en el mes de julio el llamado «club de los países ricos» detectó que en España la pérdida de fuelle fue mayor que en sus pares de la UE.
Si bien se trata de un indicador preventivo que fija en cien la tasa de actividad media a largo plazo, España se dejó en julio veinte centésimas hasta los 99,23 puntos, que refleja las perspectivas económicas. Una pérdida mayor que la décima que se deja el conjunto de la OCDE hasta el 99,7, y que las 16 centésimas de Italia (hasta 100,06), las 14 de Francia (hasta 99,49) y las 10 de Alemania (a 99,97). Estados Unidos también pierde fuelle (con 8 centésimas menos hasta los 99,82 puntos de nota).
Al margen de una décima arriba o abajo, lo importante es la tendencia: el informe de la OCDE refleja que España se ha unido a la desaceleración en la que habían entrado otros países europeos en el primer trimestre del año, sintiéndose con mayor ahínco en los últimos meses. El cóctel de indicadores de la OCDE toma datos que auscultan la actividad y que arrojan que nuestro país ha entrado en un ciclo de ralentización del avance del PIB, tras tres años creciendo a ritmos del 3%.
España, así, seguirá creciendo este año por encima que sus pares continentales (el Gobierno prevé un 2,7% frente al 2,1% que la Comisión augura para la UE), pero la recuperación podría haber llegado a un punto neutro, como ha advertido la Autoridad Fiscal, lo que resalta la necesidad de reformas estructurales para continuar avanzando. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, defendió la semana pasada que el crecimiento será «robusto» los próximos meses, aunque la ministra de Economía, Nadia Calviño, apuntó a cierta «desaceleración». Como advuierten organismos como el FMI, la fragmentación parlamentaria pone en jaque reformas de calado. A ello se le suman las críticas de CEOE y el Ibex a las alzas de impuestos planeadas por el Ejecutivo.
Porque el ciclo ya toca a su fin. A diez años de la caída de Lehman Brothers, la actividad mundial pierde fuelle y el crecimiento será menor. El bajón de la economía global repercute en España a través del comercio, la correa de transmisión de la economía, agravada por los movimientos proteccionistas sobre el tablero mundial.
La menor actividad de Europa actúa de detonante para España, ya que el 70% de sus exportaciones se dirigen al Viejo Continente. La demanda exterior restó 0,2 puntos al crecimiento del PIB anual en el segundo trimestre, que fue del 2,7% frente al 3% del primero. Entre abril y junio, las ventas al exterior menguaron un 1% frente a los tres meses anteriores, la mayor caída desde el segundo trimestre de 2011.
El consumo tampoco parece levantar cabeza, con un menor avance del 0,7% del primer trimestre al 0,2% del segundo. Todo ello incide en el paro, que registró su peor agosto desde 2011 al elevar los parados en 47.047 personas el pasado mes. El otoño ha llegado a la economía: los vientos de cola ahora soplan de frente.
Fuente: ABC