Sendino era un Visitador Médico peculiar. Rechoncho, mal encarado, broncas, psoriático perdido, pero tremendamente efectivo en su trabajo. Dependiendo del día, y del tiempo, podía ser una persona amable o el mayor cabroncete del mundo. Su vida estaba llena de altibajos, de desgracias personales y familiares que, imagino, habían forjado su carácter extremo. Todo el mundo conocía a Sendino. Premio de ventas con su Primperan, un año si y otro también, pero ni un raport ni un informe. En primavera al sol, en invierno al tajo.