Vaya por delante que soy de los que juegan a la Lotería de Navidad a sabiendas de que tengo las mismas posibilidades de que me toque Kim Kardashian. Ninguna, por el momento.
Cada año, Loterías y Apuestas del Estado, nos sorprenden con un anuncio lacrimógeno con alta dosis de adrenalina descafeinada que se instala en el subconsciente y te motiva para comprar un décimo. Eso y que si te toca te quita de penurias (que son muchas). Lo mismo le pasa al Estado, que tiene 188 millones de razones para poner toda la carne en el asador e intentar convencer al personal para que juegue a calzón quitado. Un ingreso en las arcas que les permite contratar a la mejor agencia del mundo para que, Tormenta de Ideas incluida, se devane la sesera buscando nuevos argumentos sentimentaloides que abran de par en par las carteras.
Hasta ahora todos los anuncios han cumplido el objetivo, con algún que otro altibajo como el caso de los 5 tenores (Montserrat cabellé, Raphael, Bustamante, Marta Sánchez y Niña Pastori) pero en líneas generales correcto, han cumplido. Ahora bien, el de este año se las trae.
Si a alguno de nosotros nos piden que hagamos un resumen de lo que han propuesto los ilustres publicistas, habrá quien diga “Trata de la calidez de un pueblo entero que se une para demostrarle a una maestra jubilada lo mucho que le quieren” Yo soy más de “Un pueblo entero, su familia y la guardia civil, le toman el pelo a una anciana”
Sin entrar en el mensaje que pretende transmitir, que tampoco lo entiendo, el anuncio en si está cogido con pinzas. Lo único que realmente encaja es que el nieto esté embobado jugando con el móvi, enviando un wsp a los colegas, mientras la abuela se lía con las fechas y los sorteos. A partir de aquí prefiero pensar que los de la agencia publicitaria iban hasta las trancas cuando decidieron el argumento y la puesta en escena, porque la realidad es que tiene muchas lagunas
El anuncio empieza mal porque lo más razonable, después de que la “yaya” cree que le ha tocado el gordo de Navidad, sería pegar botes, chillar histérica y acercarse a su nieto del alma, que sigue apalancado en el sillón, y decirle algo así como “¡Te voy a comprar un móvil nuevo y una Vespa!” En lugar de eso, sale pitando en busca de una tal Puri mientras que el nieto se queda tocándose el nardo a sabiendas de que a su abuela se le ha ido la pinza y la va a liar parda.
. En segundo lugar, no es de recibo que alguien puedan pensar que en un pueblo español, con la que está cayendo, todo el mundo se rasque el bolsillo para invitar a champan y bogavante por la cara, y menos aún pedirle a un patrón de pesca que dé media vuelta al barco, con el precio al que va el gasoil, y que la faena del día la ponga a disposición de la parroquia con el argumento de que es para que se la zampen entre todos a la salud de la bola que le acaban de colar a la exmaestra. Y si, como es previsible nadie ha puesto un euro, todo el fiestorro corre a cuenta de la Carmina, lo que significa que le han pulido la pensión con la gracia .
En tercer lugar, que hace la Guardia Civil acompañando la comitiva. No saben los de la agencia publicitaria que España es un país serio y que la Guardia Civil está para otros menesteres. Por cierto ¿Cómo se han enterado? ¿Quién es el listillo que maneja a la perfección el tráfico de influencias y hace que dejen el servicio para acompañar al grupo de “Ocean´s eleven”? Me da a mi que el pequeño Nicolás temblequea del descojono cada vez que lo ve, y aprovecha para coger ideas.
Y dejo para el final lo más inquietante de este anuncio ¿Alguien se ha parado a pensar en el día después? ¿Qué hará esta buena mujer cuando sepa que todo el mundo le ha tomado el pelo, familia incluida, que es la mofa de toda la parroquia y le han soplado los ahorros para celebrarlo? Imagino la ansiedad, el desasosiego, la depresión, pero también a todo el pueblo, en comitiva, acompañándola camino del Centro de Salud Mental. Que igual con este final si que apreciaríamos lo unidos que estaban todos en la lidia y el descabello.
Pero quizás lo peor de todo es que alguien pueda pensar que existe un pueblo capaz, sobre la marcha, de ponerse de acuerdo para engañar así a una anciana. Si existiese, no quiero imaginar la que podrían liar con todo un grupo del IMSERSO
Estoy seguro de que el anuncio terminaba con la pobre señora despertando y viendo que todo había sido un sueño, pero en esto llegó el ministro y dijo que había que recortar el presupuesto, porque hacía falta para pagar pensiones, y ahí se quedó la cosa, a un paso de ser un anuncio que llega a la patata pero a dos centímetros de convertirse en “La gran estafa”
Suerte a todos
JSánchez