Historias de un Visitador Médico

Aquella mañana coincidió con un delegado nuevo. El centro estaba hasta las trancas de personal. Su primer día de trabajo y había tenido la suerte de dar con él. Alumno y maestro juntos.

• Tu quédate a mi lado, que yo te iré diciendo todo lo que necesites saber – le dijo cogiéndolo del hombro – ¡Conmigo aprenderás rápido!

El hombre estaba nervioso. A sus pocos años, no más de 23, se unía la tensión del primer día, y el no conocer a nadie a sus ansias por hacer bien las cosas.

• ¿Cuántos médicos hay en el centro? – preguntó

• Unos cuantos. Tu tranquilo que antes de que entres en cada consulta te pondré al día de quién es y cómo es cada uno de los médicos que vayas a visitar. Relájate que esto va para rato - lo miró fijamente- Todos hemos tenido nuestro primer día, pero en poco tiempo te darás cuenta que es más sencillo de lo que parece.

• No sabes como te lo agradezco 

• Si te parece,  lo haremos así. Como somos cuatro en el grupo, entraré yo de primero, luego dejamos que pasen los otros dos y en ese tiempo te voy contando cómo es cada uno. ¿Te parece? – El joven asintió. Sabía que era un lujo contar con alguien con mucha experiencia para guiarle desde el primer momento.

La mañana transcurría con tranquilidad haciendo lo que habían pactado. El joven delegado estaba encantado. El “profesor” acertaba en todos y cada uno de los comentarios. Era la Larousse de la Visita, una wikipedia con patas.

Quedaban sólo dos consultas para terminar. El "profesor" salió de una de ellas y se dirigió al muchacho.

• Bueno, ya no queda nada. Con estos dos rematamos el centro – dijo

• ¿Qué tal el médico que acabas de ver? ¿Cómo es? – preguntó ansioso

• ¿D.Pablo? una persona magnífica. Atento y muy educado. Tiene un pequeño defecto y es que, con los años, ha quedado un poco sordo por lo que tendrás que elevar bien la voz para que te escuche. Por lo demás, tranquilo que todo irá bien. Muy buena gente. No olvides hablarle alto o no se enterará de nada de lo que le cuentes.

Cuando salió el último delegado, el joven golpeo la puerta y elevando la voz dijo

• ¡DOCTOOOOR! ¡PUEDO PASAAAR!

• ¡ADELANTEEEEE! – Gritó del otro lado.

El chaval quedó sorprendido por el berrido que le había dado pero pensó que al estar sordo tendría la necesidad de hacerse entender elevando la voz. Pasó a la consulta y extendió su mano

• ¡QUÉ TAL DOCTOR! MI NOMBRE ES AMANCIO, SOY EL NUEVO DELEGADO DE LABORAORIOS “PERLA” – El médico le dio un fuerte apretón - ¡UN PLACER! ¡USTED ME DIRÁ, Y ACÉRQUESE PARA QUE PODAMOS OIRNOS! - El delegado se puso a menos de dos cuartas de su oido y comenzó a desgranar sus productos, a todo pulmón. Cuanto más berreaba él, más lo hacía el médico.

Los gritos eran ensordecedores y podían oírse con claridad  en todo el Centro de Salud. Mientras la mayoría de los pacientes se miraban incrédulos el “profesor” permanecía serio, con la vista puesta en la puerta de la consulta. Sin pestañear, atento como un buho

De repente todo quedó en silencio y al minuto salieron doctor y delegado al unísono.

• ¡Luis – dijo el médico – eres un gran cabroncete! ¡ESTE DELEGADO NO ES SORDO!

El "profesor" se acercó, echó una sonrisa y le dijo al muchacho

• Primera lección ¡En esta profesión no basta con ser joven, listo e inteligente, también hay que ser avispado!

JSánchez