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29/03/2017

ARRANCA EL DIVORCIO ENTRE EL REINO UNIDO Y LA UE

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Theresa May notifica este miércoles la activación del Artículo 50 del Tratado de la UE, un proceso que llevará a la ruptura de la Unión Europea

 

La primera ministra británica, Theresa May, notifica este miércoles la activación del Artículo 50 del Tratado de la UE, el primer paso de un proceso que en el mejor de los casos durará dos años y que llevará a la ruptura de la Unión Europea. He aquí las respuestas a los interrogantes que se abren a partir de ahora.

 

¿Ha empezado la negociación del Brexit?

Comienza oficialmente en cuanto llega a Bruselas la carta oficial de la primera ministra británica, Theresa May, indicando que invoca el artículo 50 del Tratado de Lisboa para arrancar el proceso de salida de la UE. No está claro cómo lo hará, pero se espera que poco después del mediodía tenga lugar el acto simbólico, quizás en un acto con el representante permanente de Reino Unido ante la UE dando en mano la misiva a Donald Tusk. Tampoco está definido si será un documento de dos o tres páginas o algo más largo.

¿Qué dice el Artículo 50 del Tratado de la UE?

El artículo tiene cinco puntos. El primero, el importante, establece que "Todo Estado miembro podrá decidir, de conformidad con sus normas constitucionales, retirarse de la Unión". El segundo apartado simplemente fija el procedimiento: "El Estado miembro que decida retirarse notificará su intención al Consejo Europeo. A la luz de las orientaciones del Consejo Europeo, la Unión negociará y celebrará con ese Estado un acuerdo que establecerá la forma de su retirada, teniendo en cuenta el marco de sus relaciones futuras con la Unión. Este acuerdo se negociará con arreglo al apartado 3 del artículo 218 del Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea. El Consejo lo celebrará en nombre de la Unión por mayoría cualificada, previa aprobación del Parlamento Europeo". El resto fija el plazo, indicando que Los Tratados dejarán de aplicarse al Estado de que se trate a partir de la fecha de entrada en vigor del acuerdo de retirada o, en su defecto, a los dos años de la notificación a que se refiere el apartado 2, salvo si el Consejo Europeo, de acuerdo con dicho Estado, decide por unanimidad prorrogar dicho plazo". Y dicen que si Reino Unido quisiera volver a unirse, se tendrían que repetir los trámites como cualquier otro Estado.

¿Qué ocurrirá cuando llegue la carta?

En el momento en el que el presidente del Consejo, Donald Tusk, la reciba, comienzan varios procesos simultáneos. El primer paso es que Tusk remita a todas las capitales las llamadas "guidelines", unas pautas o directrices para la negociación. Según han explicado en Bruselas en las últimas semanas, será "un gesto político", pero sin muchísimo contenido. Tusk confirmó el lunes que "en las 48 horas posteriores" a la recepción remitirá el documento, que ya está confeccionado. Además, el polaco tendrá que convocar una Cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en Bruselas para que respalden esas líneas maestras y se concrete el mandato negociador europeo, Michel Barnier.

¿Cuándo será esa cumbre?

El 29 de abril. La elección de la fecha ha sido polémica. El día que se barajaba en principio era el 6 de abril, pero la tardanza de May en confirmar el envío de la carta lo retrasó. No es el momento ideal, al menos para todos los países. La primera ronda de las elecciones francesas está prevista para el 23 de abril y la segunda, para el 7 de mayo, así que toda la distracción y el ruido del Brexit irrumpen en campaña.

¿Empezará justo entonces la negociación?

No, los líderes europeos aprobarán el documento con las orientaciones o pautas en la Cumbre de finales de abril y se lo remitirán a la Comisión Europea, que a través del francés Michel Barnier canalizará las negociaciones. El equipo del ex comisario está formado y operativo desde hace meses. Han tenido varias rondas y están analizando las miles de variables que están sobre la mesa. Cuando Barnier tenga claro qué puede hacer, sobre la bases de esas líneas maestras, hará a su vez otra propuesta que en teoría debe recibir el visto bueno de nuevo del Consejo Europeo. Y, si lo tiene, empezará la negociación oficial.

¿De qué plazos hablamos?

Muy abierto. Si la carta llega este miércoles y la Cumbre se hace el 29 de abril, quizás a finales de mayo, con suerte, podría comenzar el intercambio entre las dos partes. El 20 de junio hay un Consejo de Asuntos Generales en Luxemburgo en el que todo podría empezar a coger la forma definitiva.

¿Cuánto durarán las negociaciones?

Nadie lo sabe. Los Tratados, como se indicaba arriba, sólo establecen un plazo: dos años. Es el tiempo para completar la negociación. Una vez finalizado, se puede ampliar, pero sólo si hay unanimidad a favor de ello. Basta con que un solo país se niegue para que no haya prórrogas, por lo que el escenario principal es de 24 meses, algo que, dado el volumen ingente de temas que discutir, se antoja dificilísimo. Michel Barnier confía en terminar la negociación en 18 meses, dejando al menos medio año para que el Parlamento británico y el europeo den su luz verde a los términos del divorcio amistoso. Posteriormente, el Consejo de Asuntos Generales, que nunca ha generado grandes emociones ni titulares (a diferencia del Eurogrupo o el de Interior o Asuntos Exteriores), supervisará cada paso.

¿Cuántas negociaciones se realizarán?

No está claro si dos simultáneas o únicamente una. Porque hay dos cosas que definir: el Brexit y el futuro encaje de Reino Unido con la UE de los 27. Técnicamente son dos procesos separados, pero tanto Londres como otras capitales creen que es absurdo y poco práctico hacer las cosas por separado. Potencialmente es posible, y un arma en la negociación para los 27, que tienen más incentivos para presionar con un posible retraso. Si se hiciera de forma individual, como piden los más duros, el encaje futuro o un acuerdo de libre comercio con Reino Unido podría demorarse muchos años, vistos los antecedentes del TTIP (que murió) o el CETA con Canadá.

¿Quién negociará?

Por parte del Reino Unido hay una Secretaría de Estado, un Ministerio, para la salida de la UE, con David Davis al frente. Y el rostro visible en Bruselas será el embajador permanente, sir Tim Barrow, nombrado hace unos meses. Por parte de la UE, el líder es Michel Barnier, cuyo equipo estará en la Comisión Europea. Con el apoyo de la secretaría general del Consejo y la supervisión de los 27 Estados Miembros. Barnier se ha reunido con todos los países y con algunos de ellos varias veces para saber cuáles son las sensibilidades, las líneas rojas y los potenciales puntos de conflicto.

¿Se puede debatir por partes o se negocia todo junto?

La regla europea, que vale para todo, es que nada está cerrado hasta que todo está cerrado. Se irán negociando aspectos concretos, y nadie quiere que se reabran una vez que haya consenso, pero todo es vinculante. Así que hasta que no se logre una posición global, nada será cierto ni vinculante.

¿Qué temas son los más polémicos ahora mismo?

Los derechos de los ciudadanos europeos en Reino Unido y viceversa. Qué pasará con ellos tras consumarse el Brexit es seguramente el tema más polémico y delicado. El mantra de la UE es que Londres no puede tener lo mismo que ahora, pues el estatus de un Estado Miembro forzosamente debe ser mejor que de uno que no está. Bruselas tiene instrucciones de ser intransigente y dejar claro que Reino Unido no puede tener un acceso total al mercado único si no acepta las cuatro libertades (mercancías, personas, servicios y capitales). El siguiente punto es el dinero: a cuánto asciende la factura de salida de Reino Unido, con una cifra que nadie confirma ni desmiente, en torno a 60.000 millones de euros en compromisos pendientes. Una cantidad de la que ya se habla abiertamente, incluyendo a Jean-Claude Juncker. La cifra, incluso la mera idea de que tenga que abonarse una factura de salida, irrita a Londres. Pero la UE tratará de vincular el acceso al mercado o que las entidades financieras puedan tener hipotéticamente condiciones similares a las de ahora, a saldar cuentas y no dejar en números rojos al Presupuesto comunitario, del que Reino Unido es contribuyente neto.

 

Fuente: El Mundo

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